«He comprobado una vez más que vuelvo siempre de Alcalá con los humores revueltos, sobre todo si me asomo a la casa triste». Así hablaba uno de nuestros vecinos más ilustres tras una visita a su ciudad natal en marzo de 1931.
Era el diputado de las Cortes Generales Manuel Azaña, quien unos días después (14 de abril de 1931) sería nombrado ministro de la guerra y accedería meses más tarde a la presidencia del Gobierno Provisional de la República Española (14 de octubre).
Azaña sería después (1936) el primer y único Presidente español nacido en Alcalá de Henares. Una ciudad que siempre le provocó tristeza pues, desde su casa de la calle Imagen, le dejó huérfano con apenas 10 años.
Eso sí, Azaña nunca renegó de Alcalá de Henares. Así se le atribuye la frase «Yo soy alcalaíno de raza, alcalaíno por los cuatro costados. Yo tengo en mi casa una tradición de amor y servicios prestados a este pueblo, de lo cual me enorgullezco como de un vínculo espléndido. Yo he aprendido en las páginas de un libro, escrito por unas manos que para mí eran santas, cuanta magnificencia encierra la historia de esta ciudad».
Hijo de Esteban Azaña Catarinéu y María Josefina Díaz-Gallo Muguruza. Su padre fue alcalde de la ciudad y, entre otras cosas, fue el impulsor de la instalación de la estatua de Miguel de Cervantes en la plaza principal.
La relación de los Azaña con Alcalá es profundamente estrecha y significativa. El bisabuelo de Manuel fue el encargado, como notario y secretario del Ayuntamiento, de leer a los alcalaínos la Constitución de Cádiz de 1820 tras el pronunciamiento de Riego.
El hermano mayor de Manuel Azaña, Gregorio, fue el responsable de mantener la casa familiar. Casa que aún hoy sigue perteneciendo a esta saga y habita la sobrina-nieta del ex presidente, María José Navarro. No fue fácil mantenerla pues les fue arrebatada tras la Guerra Civil, convertida en la sede de Falange de Alcalá de Henares, y devuelta por los tribunales entrados ya los años 50.
Azaña escritor y ministro de la guerra
En el presente año 2020, se cumplen 80 años del fallecimiento del intelectual y político alcalaíno Manuel Azaña en su exilio en Montauban. Fue un hombre de Estado así como un famoso literato, faceta que le valió la concesión del Premio Nacional de Literatura en 1926.
Manuel Azaña fue nombrado ministro de la Guerra en el primer Gobierno formado tras la proclamación de la Segunda República Española, el 14 de abril de 1931. Llegaba a esta cartera ministerial con el prestigio de haber dedicado una buena parte de sus reflexiones intelectuales al Ejército y su incardinación en un Estado democrático.
Había publicado Estudios de Política Francesa Contemporánea. La Política Militar (1919) y conocía, a través de la experiencia del país vecino, cuáles eran las condiciones que debía cumplir el ejército de un país para convertirse en un instrumento al servicio de un Estado democrático.
Vivió durante dos temporadas en Francia. Primero, becado por la Junta de Ampliación de Estudios en 1911 y 1912, y después, junto a su buen amigo y cuñado Cipriano de Rivas Cherif, en 1919 y 1920. Azaña, que fue uno de los más activos del bando francófilo durante la Primera Guerra Mundial, hizo una visita al frente y conoció de cerca la destrucción de Reims y otras ciudades francesas.
La Segunda República Española fue un proyecto de democratización global. Pero sus ejecutores eran conscientes de que parte de su éxito dependería de la respuesta del Ejército. El ministro de la guerra Azaña se marcó como objetivo de su acción política convertirlo en una herramienta exclusivamente para la defensa de agresiones exteriores.
Debía ser estable, mantenerse alejado de la política y subordinado a la soberanía popular. Para ello, el ministro puso en marcha una reforma militar en la que volcó todos sus conocimientos teóricos, intentando adaptarlos a las circunstancias del momento.
Presidente en la Guerra Civil
El 11 de mayo de 1936, Don Manuel Azaña fue elegido por abrumadora mayoría presidente de la República Española. Le tocó vivir como Presidente el momento más duro de nuestro país cuando el 18 de julio se produjo el levantamiento militar que dio origen a la Guerra Civil.
Intentó por todos los medios diplomáticos detener el levantamiento, hablando incluso con los generales sublevados. Pero ni estos ni socialistas, anarcosindicalistas y comunistas estaban dispuestos a dar marcha atrás.
A principios de agosto, al saber que Francia y Gran Bretaña no iban a apoyar a la República con armas, Azaña se convenció de que no habría forma de ganar la guerra. Pero siguió al frente de la República encargando nuevos gobiernos a varios presidentes del gobierno.
Estuvo viviendo entre Barcelona y Valencia aunque a finales de 1937 se acercó a Madrid para pronunciar un discurso sobre consecuencias calamitosas de la Guerra. Unas consecuencias que comprobó emocionado cuando, al día siguiente, visitó Alcalá de Henares por última vez.
Actúo como Presidente hasta el final hasta el 27 de febrero de 1939 cuando desde la localidad francesa de Collonges envió la carta de dimisión al presidente de las Cortes. Apenas año y medio después, en noviembre de 1940, uno de nuestros más ilustres vecinos fallecía en la ciudad francesa de Montauban.
Allí está enterrado Azaña, donde vivió los últimos días de su penoso exilio. Según los presentes, en el momento de su muerte, “recordó El Escorial y sus campanas, y quizá Alcalá y sus monjas”.
Acto de renombre de la rotonda de Manuel Azaña
En el 80 aniversario de la elección de Manuel Azaña como presidente de la República, el Pleno del Ayuntamiento de Alcalá de Henares aprobó por mayoría dar su nombre de manera oficial a la glorieta en la que se encuentra el monumento a Azaña. Es una forma de reconocer el nombre que ya, por costumbre, le dan los vecinos de Alcalá.
El acto para renombrar la rotonda de Manuel Azaña se celebró en noviembre de 2016 en el Paseo de Pastrana de Alcalá de Henares.
En la rotonda de Manuel Azaña se encuentra la escultura realizada por José Noja. Según el propio escultor, en este monumento “se le puede contemplar con el semblante tranquilo, sentado, mirando hacia su Alcalá, donde nació; no obstante, la figura no está totalmente relajada, yo diría que es una postura algo insegura, su mano derecha apoyada sobre la pierna sin ningún movimiento, y en la izquierda un libro, símbolo de su condición intelectual”.
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