La Navidad viene cargada de grasas saturadas, hidratos de carbono refinados, sal y alcohol; los Reyes Magos dejan como regalo un aumento de peso y de los niveles sanguíneos de lípidos (colesterol y triglicéridos) y de glucosa e, incluso, pueden darnos de propina alguna alteración en la tensión arterial.
Pero, ¿cómo luchamos contra esos menús hipercalóricos de los múltiples ‘atracones’ a los que nos sometemos en estas fechas? El profesor clínico en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la UAH, Juan Carlos Ocaña, ofrece algunas recomendaciones y advierte de las repercusiones que pueden tener las copiosas comidas y cenas navideñas:
Si se siguen los menús tradicionales, las comidas y cenas de Navidad pueden suponer el ingreso de entre 1000 – 1200 calorías, es decir, más de la mitad de las calorías recomendadas para un solo día. Además, estas comidas suelen ir acompañadas de bebidas alcohólicas, que aportan muchas calorías vacías. El fruto de esta ingesta excesiva es una sobrecarga digestiva que, de forma inmediata, genera digestiones pesadas con la aparición de hinchazón, ardor de estómago, náuseas, vómitos, diarreas e incluso cefalea. A corto plazo, lo que se produce es un aumento de peso corporal y todo lo que eso conlleva.
- Es mejor escoger alimentos frescos para hacer los menús y evitar los ultraprocesados, más grasos y azucarados. Un menú ideal estaría formado por entrantes ligeros y poco grasos, una ensalada o verduras de primero, ya que tienen efecto saciante y aportan fibra, y un segundo plato a la plancha o asado, preferiblemente de pescado o carne magra. Eliminar la grasa visible y la piel en el caso de las aves.
- Reparte la ingesta de alimentos a lo largo del día en cinco comidas para tener un buen ritmo metabólico manteniendo así nuestro organismo siempre saciado. Saltarse comidas o ‘reservarse’ para la cita familiar hace que nuestro metabolismo promueva la acumulación de grasas, lo que provoca que lleguemos a la siguiente comida con más apetito y ansiedad.
- Vigila el tamaño de la ración en el plato. No te sirvas más cantidad de lo habitual e intenta no repetir. Y siempre come despacio, con tranquilidad, masticando bien y disfrutando de los alimentos.
- Compensa los excesos: a una comida copiosa le debe de seguir una cena frugal.
- Evita los fritos. Las carnes y pescados a la plancha o al horno y las verduras y hortalizas al vapor o cocidas. Y…¡cuidado con las salsas! Intenta que sean caseras y elaboradas con leches evaporadas o yogur.
- Controla los dulces. Pruébalos pero mentalízate de que con uno es suficiente.
- Bebe agua, entre 1,5 y 2 litros al día, y modera o prescinde de las bebidas alcohólicas y e los refrescos azucarados.
- Cambia las sobremesas por salir a caminar o realizar una actividad en grupo.
- No te olvides del deporte. Practica alguna actividad física, como caminar una hora al día. Mejorará tu digestión y evitarás que las calorías se acumulen. Bailar es una buena manera de empezar el Año Nuevo tras la cena de Nochevieja…
- ¡Disfruta y pásalo bien! El buen estado de ánimo ayuda también a tu salud, así que aprovecha a tope estas fechas y sé feliz.
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