El Palacio Arzobispal –residencia de los Arzobispos de Toledo- fue el lugar de nacimiento de Catalina de Aragón, la última hija de los Reyes Católicos. Y es que Isabel y Fernando visitaron Alcalá de Henares en incontables ocasiones.
Aquí nació su última hija, futura Princesa de Gales y Reina de Inglaterra, un 16 de diciembre de 1485. Su ciudad natal le dedicó en 2007 una estatua de bronce a los pies del Palacio Arbispal y junto al Convento de San Bernardo o ‘Las Bernardas’, muy cerca de la de su madre Isabel, que se encuentra a pocos metros a la entrada del Arzobispal.
Catalina fue reina consorte de Inglaterra (entre 1509 y 1533), considerada la única esposa de Enrique VIII para los católicos. Pero también como la primera en una lista de un total de seis esposas para los fieles a la causa real y el anglicanismo.
La ‘Reina Alcalaína’ fue la madre de la reina María I de Inglaterra que más tarde se casaría con Felipe II, Rey de España. Nunca fue el español regidor de las islas británicas (en el siglo XVI se incluía a Irlanda) debido a las cláusulas matrimoniales para asegurar la independencia inglesa.
Enrique anuló el matrimonio, de 24 años de duración, por su deseo de casarse con una dama de compañía de Catalina, Ana Bolena, y por la supuesta incapacidad de la Reina para engendrar un hijo varón.
Debido a la imposibilidad de divorciarse dentro de la Iglesia Católica, Enrique VIII, no dudo en separar a su país del apostolado y crear la Iglesia Anglicana con el Acta de Supremacía de 1534, donde él mismo se proclamaba jefe supremo de la creencia.
Destierro y muerte de Catalina de Aragón
Catalina siempre se consideró la mujer legítima del Rey y, por tanto, reina consorte de Inglaterra. Y no le faltó apoyo popular. Sin embargo, fue desterrada de la Corte Británica y considerada, ‘princesa viuda’. Este oficioso título le llegó porque antes de su matrimonio con Enrique VIII estuvo casada con Arturo Tudor, hermano mayor del primero, que falleció a los cinco meses de la boda con Catalina.
En su destierro, Catalina de Aragón falleció el 7 de enero de 1536 en el castillo de Kimbolton. Las crónicas de la época afirman que sus conciudadanos ingleses le dedicaron un intenso luto. De hecho, fue enterrada en la catedral de Peterborough con los honores que le correspondían a una Princesa de Gales. Cada 29 de enero, aniversario de su muerte, se siguen celebrando actos conmemorativos en esta ciudad catedralicia del condado de Cambridgeshire.
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