Dream AlcaláNoticiasLa diócesis de Alcalá homenajea al sacerdote Florentino Rueda

La diócesis de Alcalá homenajea al sacerdote Florentino Rueda


En este homenaje, celebrado en el salón de actos del palacio arzobispal de Alcalá de Henares estuvieron presentes el obispo complutense, Mons. Antonio Prieto Lucena; el obispo de Málaga, Mons. Jesús Catalá Ibáñez; Mons. Atilano Rodríguez Martínez, obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara; Mons. Juan Antonio Reig Plá, obispo emérito de Alcalá; así como autoridades civiles como Pedro Rollán, presidente del Senado; Bartolomé González, director general de Patrimonio Cultural y Oficina del Español de la Comunidad de Madrid, y autoridades civiles de varios municipios de la diócesis complutense.

El sacerdote Pedro Luis Mielgo fue el encargado de pronunciar la ‘laudatio’, unas palabras de agradecimiento en las que recordó “aquel camino que se inicia en tu querido pueblo de Gárgoles de Abajo, en Guadalajara. Rodeado de tus padres y hermanos. Una familia ejemplar. Tu familia, tan querida. Luego crecida con los sobrinos que tanto te quieren, y tú a ellos. Perdona que cuente la dedicación y el cuidado que tuviste con tus padres en Talamanca hasta el último momento. Algo ejemplar. Aquel camino que siguió en esta casa en que nos encontramos, el entonces Seminario Menor de Madrid. Tenías 11 años y junto con Pascual recordáis con cariño aquella época primera”.

Más de 50 años al servicio de la iglesia

Rueda continuó su proceso vocacional en Cataluña, a la que se desplazó para estudiar en el seminario de Solsona, Lérida. «Realizaste los estudios de Filosofía y Teología en la Facultad de los PP. Jesuitas en San Cugat del Vallés, Barcelona. Ahora me explico tu querencia a determinado club de fútbol. Todo no puede ser perfecto en ti. Allí en Solsona fuiste ordenado sacerdote, aquel 15 de junio de 1973, y comenzaste tu ministerio sacerdotal. Pronto volviste a la archidiócesis de Madrid-Alcalá. Torrejón de Ardoz. Primero en san Juan Evangelista y luego en Nuestra Señora de la Soledad. Trabajando además, durante muchos años en el instituto de esa localidad. Después, era el año 1980, fuiste nombrado párroco de Talamanca del Jarama y administrador Parroquial de Valdepiélagos. Muchos años de entrega y dedicación», afirmó Mielgo desde el atril del escenario del salón de actos.

El 23 de julio de 1991 se restaura la antigua diócesis de Complutum con la bula ‘In hac beati Petri cathedra’ del Papa Juan Pablo II. Es entonces cuando Rueda se incorpora a las tareas diocesanas en el palacio arzobispal de Alcalá llegando a ser vicario general. «D. Florentino se ha entregado a su trabajo de forma callada y eficaz. No ha sido amante de apariencias, ni ambivalente en sus decisiones. Puede decirse que ha sido dedicación plena, en disposición a servir a aquello que consideraba como tarea fundamental en cada momento de su vida y que la Iglesia le pedía. Más directamente, en relación con los sacerdotes, siempre he escuchado de tu cercanía y amabilidad, de tu disposición a acompañarles en sus dificultades», destacó Mielgo en su ‘laudatio’.

Seguidamente, el obispo complutense, Mons. Prieto Lucena, hizo entrega a D. Florentino Rueda de la Medalla «Pro Ecclesia Complutense», una distinción que reconoce la entrega y el trabajo por la Iglesia particular de Alcalá de Henares y que desde un decreto publicado el 10 de mayo de 2024 podrá ser concedida a sacerdotes, consagrados y laicos.

“Espero seguir dedicando mi vida a nuestra querida diócesis”

Florentino Rueda dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los presentes en el salón de actos: “Quiero expresaros mi profundo y sincero agradecimiento por este reconocimiento hacia mi persona. Es un honor recibir esta distinción de manos de mi obispo D. Antonio, de ustedes, queridos obispos, de mis hermanos sacerdotes y de todos los que estáis aquí presentes.

Espero y deseo, con la ayuda de Dios, seguir dedicando mi vida y mi tiempo a nuestra querida diócesis de Alcalá de Henares según el ‘ora et labora’ de San Benito. Esto fue lo que me enseñaron mis padres desde muy pequeño y a quienes dedico este homenaje. Ellos me educaron en la fe, me enseñaron y pusieron la base en la que he sustentado mi vida, mi oración y mi trabajo. Esta consideración me motiva enormemente para seguir trabajando en la tarea que la Iglesia particular de Alcalá de Henares me pida y a cuyo empeño seguiré entregado mientras las fuerzas me respondan.

No podemos olvidar que este reconocimiento es de todos y para todos pues sin vuestra ayuda y aliento que siempre me habéis dado y manifestado nunca podría haber sido realidad. No puedo olvidar y dejar de tener presentes a todas aquellas personas que tanto desde la diócesis como desde las diferentes instituciones estatales, autonómicas y locales han hecho posible que se llevara a cabo la reinstauración de los edificios históricos de nuestra querida Diócesis Complutense, que hago extensiva a la Conferencia Episcopal.

Aprovecho estos momentos y este lugar tan querido para mí -como ha dicho D. Pedro, aquí en este salón de actos realizamos el examen de ingreso al seminario, que Pascual hizo un año más tarde- para agradecer vuestra generosidad y, especialmente, a la persona de nuestro querido obispo D. Antonio, impulsor de este bello y hermoso acto.

«Ahora es el tiempo de sacerdotes renovados»

Agradezco vuestra presencia en el día que celebramos la festividad de San Juan de Ávila, padre, maestro, patrono del clero secular español, modelo de sacerdotes y gran evangelizador con un amor sin fisuras a Jesús, el Buen Pastor. No olvidemos que hoy y ahora es el tiempo de sacerdotes renovados para unas parroquias renovadas evangelizadas y evangelizadoras y para una Iglesia de discípulos misioneros seguidores de Cristo, el Señor. Si las parroquias no son misioneras tampoco lo será la Iglesia, como acaba de decirnos el Papa Francisco.

San Juan de Ávila nos ayude e interceda por nosotros ante el Señor para que seamos los nuevos y santos evangelizadores del siglo XXI como lo fue también él en el siglo XVI con el espíritu de Cristo. Muchas gracias de corazón por vuestra presencia y afecto y que Dios a todos los bendiga”.

Los presentes en el salón de actos, en pie, dieron un largo aplauso al homenajeado por sus más de 50 años de servicio a la Iglesia. El acto finalizó con unas palabras de Mons. Prieto Lucena, el canto del himno de San Juan de Ávila y un ágape fraterno.

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