Los estudiantes de Primaria y los primeros cursos de Secundaria acaban el curso y podrán disfrutar del largo y cálido verano. Pero hay algo que amenaza sus vacaciones. Los deberes ¿Son recomendable o no en una vez finalizado el curso?
Esta pregunta surge cada año por estas fechas y parece que las respuestas no son definitivas. La profesora Soledad Andrés, del área de Psicología Evolutiva y de la Educación del Departamento de Ciencias de la Educación de la UAH, lo deja en un ‘depende’, ya que lo que no deben dejar los niños de hacer, sea verano o invierno, es aprender, pero con motivación e interés.
‘Si la tarea está bien diseñada, despierta su curiosidad y el niño encuentra un resultado positivo en ella, es beneficioso hacerla. En el diseño de la tarea es donde nos jugamos el aprendizaje’, señala la experta, para quien es una buena idea ‘que la escuela quiera seguir abierta en verano, prolongando sus enseñanzas. Pero la cuestión es ¿qué enseñanzas ofrecemos a los niños?’.
En su opinión, ese listado de cuadernillos de refuerzo y enlaces de Internet que muchos centros educativos adjuntan a las notas no es la mejor opción, ‘porque es irrelevante el formato, ya sea en el cuadernillo tradicional o a través de Internet, si de lo que se trata es de invitar a los escolares a realizar ejercicios basados en la reiteración de lo tratado en el aula durante el curso.
Así, los ‘deberes’ resultarán inútiles en el mejor de los casos; en el peor, contraproducentes para el fin que se persigue: fortalecer el conocimiento’.
Andrés recomienda al profesorado ‘diseñar bien las tareas que se proponen, vinculándolas a actividades de ocio y a entornos distintos a los que el niño está acostumbrado durante el curso. Hay numerosas prácticas de innovación educativa que se están convirtiendo en referentes dentro de algunas escuelas y son igualmente válidas para los meses de verano’., agrega.
Y recuerda: aprender siempre exige un esfuerzo cognitivo, ‘pero si se ve recompensado con unos deberes atractivos e interesantes para el niño, éste se mostrará en disposición de hacerlo sin lamentaciones’.
Más allá de la motivación, el interés y el tipo de tarea que los niños desarrollen, Soledad Andrés matiza que hay dos límites: las tareas tiene que desarrollarse en un tiempo limitado y no pueden convertirse en el centro de la actividad del día.
Para terminar, una reflexión: ¿por qué los niños entran en la escuela infantil preguntado constantemente ‘¿por qué?’ y según va avanzando su aprendizaje dejan de hacer la pregunta?. ‘La responsabilidad es de los profesores y de quienes trabajamos en las instituciones que formamos a los profesores.
Es imprescindible abrir un debate riguroso, basado en evidencias científicas, que contemple una revisión global de qué hacemos, por qué lo hacemos y de qué herramienta metodológicas nos estamos dotando para hacer posibles mayores y mejores avances en el aprendizaje de los niños y niñas españoles’.
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