Si a las 10 de la mañana comenzaba formalmente la Semana Santa en la ciudad de Cervantes con la procesión del Domingo de Ramos 2017 de Alcalá de Henares, una procesión muy querida y seguida por los alcalaínos, por la tarde se nos regaló una nueva procesión de esas que crean afición: la procesión de Jesús Despojado de Alcalá de Henares 2017.
La Hermandad de Jesús despojado de sus vestiduras, María Santísima de la Paz y Esperanza y San Juan Evangelista, fundada el 23 de enero de 2016 y convertida por derecho propio en la décima Hermandad penitencial de la ciudad de Alcalá de Henares, procesionó por primera vez en Semana Santa desde la Parroquia de Santo Tomás de Villanueva en el barrio de Espartales, hasta la Catedral Magistral.
Un larguísimo recorrido de seis horas y media que se recorrió con la precisión de un reloj suizo. Arrancó a las 16:00 horas y terminó en la Catedral a las 22:30 en punto.
El trayecto tuvo de todo. Las primeras horas fueron de un sol y calor intensos por las calles de Espartales y el Ensanche. El arranque desde la Parroquia contó con un público numeroso y poco acostumbrado a ver pasos por su barrio.
La salida no estuvo exenta de espectacularidad, puesto que a pesar de que las puertas de la Parroquia son grandes y altas, hizo falta desmontar los adornos de la cabeza del Cristo y que los costaleros saliesen en cuclillas para que el paso pudiese salir a la calle.
El Jesús Despojado de sus Vestiduras es una talla madera realizada en madera de cedro real por el escultor imaginero D. Rafael Martín Hernández en 2015.
Procesiona en un robusto y voluminoso paso portado por 40 sufridos costaleros. Y es que el peso del paso y el trayecto que tuvieron que recorrer da fe del esfuerzo que tuvieron que soportar.
Las amplias y soleadas calles de Espartales condujeron el paso por las calles Pío Baroja, Benito Pérez Galdós y plaza Alfonso XII hasta llegar al puente de Carrefour. Allí cruzó por encima de la A2 entre la curiosidad de los presentes y el asombro de no pocos conductores despistados.
La subida y posterior bajada del puente fue unos de los puntos de interés de esta procesión:
A continuación, larga travesía por la calle José María de Pereda hasta llegar a la avenida de la Alcarría, donde llegaría el segundo punto delicado: el túnel bajo la vía del tren para cruzar a la calle Ferraz, cerca de la Estación de Renfe, donde los costaleros también tuvieron que agacharse para superar la altura máxima del puente sin dañar al Cristo.
A partir de este punto, el paso se adentró en la calle Ferraz para continuar por Cánovas del Castillo y adentrarse en la calle Talamanca y calle Ángel. Y ahí llegaba el siguiente reto, cruzar la vía Complutense de manera ágil y ordenada sin entorpecer al tráfico rodado más de lo imprescindible. De nuevo, prueba superada.
A partir de este punto llegó la parte final del recorrido: callé del Tinte, calle Santiago, calle Imagen, calle Mayor y llegada a la plaza de los Santos Niños para terminar en la Catedral Magistral.
Como punto a mejorar, sugeriríamos usar menos incienso o al menos alejarlo más del paso. Tanto para el público presente como sobre todo para los fotógrafos que tratábamos de conseguir imágenes nítidas, fue una verdadera pesadilla.
Por lo demás, una espléndida procesión, bien organizada y sorprendente en algunos tramos. Nos deja con ganas de volver a verla y vivirla el próximo año.
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