Dream AlcaláFerias y fiestas de Alcalá de Henares 2019Conoce los Gigantes y Cabezudos de Alcalá de Henares

Conoce los Gigantes y Cabezudos de Alcalá de Henares


El Ayuntamiento de Alcalá de Henares editó en julio de 2017 un libro sobre la historia de Los Gigantes y Cabezudos de Alcalá de Henares, escrita por el cronista oficial de la ciudad, Vicente Sánchez Moltó, con dibujos del genial ilustrador y viñetista alcalaíno José Rubio «Malagón».

Te ofrecemos a continuación el magnífico material de este libro para que puedas conocer los personajes de su comparsa, uno por uno (no eatán incluídos los Gigantes incorporados posteriormente a la edición de esta guía: Don Bosco, que ya no forma parte de la comparsa, y los ‘gigantes peñistas’ de Los Vikingos y Los Doblones.

Los Gigantes y Cabezudos de Alcalá de Henares

No sabemos exactamente el año en el que se crean los primeros gigantes festivos de Alcalá de Henares, aunque fue antes de 1525, ya que en ese año sabemos que los gigantes desfilaron en la procesión del Corpus Christi y en la entrada en la ciudad del arzo­bispo de Toledo, Alonso de Fonseca. Así pues, Alcalá es la tercera ciudad de España que tuvo gigantes que no representaran a perso­najes religiosos, después de Toledo y de Sevilla.

En 1651 el Ayuntamiento de Alcalá encargó cuatro nuevos gigan­tones (así era como se les denominaba entonces) y una gigantilla al maestro carpintero Francisco González Bravo. En 1658 se decide completar la comparsa con otros dos gigantes, que realiza el mismo artesano y pinta Gregorio de Utande, un artista muy conocido en Alcalá. De ese modo, a partir de ese momento la comparsa de Alca­lá quedó integrada por una pareja de reyes españoles (rey y reina), una pareja de turcos y una pareja de negros, además de la gigan­tilla. Los gigantones representaban a los tres continentes (Europa, Asia y África) y simbolizaban el reconocimiento de Jesucristo todo el mundo. Estos son los gigantes que desfilaron en Alcalá hasta que en 1780 el rey Carlos III prohibió la presencia de los gigantes en la procesión del Corpus y otras festividades religiosas, al considerarlos un festejo irreverente y contrario a la fe.

La comparsa cervantina

Faltaban tres años para la celebración del III Centenario de la pu­blicación del Quijote, cuando el Ayuntamiento de Alcalá decide crear en 1902 una comparsa de gigantes y cabezudos para que desfilasen en las ferias y fiestas de agosto. Esta comparsa estaba formada por tres gigantes: Don Quijote, Sancho Panza y un gigante negro al que los niños enseguida empezaron a llamar “el negrazo”. Desfilaron los cuatro días de ferias, acompañados de música popu­lar interpretada por un dulzainero y un tamborilero. Tanto gustó el nuevo festejo que desde entonces han estado siempre presentes en las ferias de Alcalá. Los gigantes siempre han ido acompañados de los cabezudos: el “Tío Negro”, la “Pelines” o “Marí Pelos”, el “Arago­nés” y el “Señorito” o el “Pollo pera”.

A lo largo de los últimos 115 años nuevos personajes se han suma­do a la comparsa de Alcalá. Algunos después de desfilar varios años terminaron desapareciendo, otros se restauraron o renovaron hasta conformar la comparsa actual, formada por una veintena de gigan­tes, varios cabezudos y dos caballitos, a los que habría que sumar la figura gigante del “Tragaldabas”.

Además, en 1998 se creó la comparsa de Navidad, con los tres Reyes Magos.

Don Quijote

Estoy seguro de que todos sabéis muy bien quién soy. Me conocéis como don Quijote, aunque mi verdadero nombre era Alonso Quijano. Vivía en un pueblo de La Mancha, del que no me acuerdo cómo se llamaba. Me gustaba mucho leer libros que conta­ban las aventuras de caballeros medievales que luchaban contra dragones para salvar a sus damas. Tanto me gustaban esos libros, que un día decidí hacerme caballero y correr aventuras, cabalgando sobre mi caballo al que le puse el nombre de Rocinante. Seguro que conocéis algunas de las más famosas, como aquella en la que confundí a los molinos de viento con gigantes agitando sus brazos y decidí luchar contra ellos, acabando en el suelo con el cuerpo molido a golpes por la caída.

Llevo en la comparsa de Alcalá desde que se creó en 1902 y ahí me podéis ver des­filando con mi armadura, mi lanza, mi escudo y la bacía de barbero que uso como casco.

Sancho Panza

Vivía en la misma aldea de don Quijote y era agricultor. Aunque yo soy un hombre del campo, sin estudios, mi señor me invitó a ser su escudero y no dudé en acompañarle, a lomos de mi asno, el “rucio”. Me prometió que me haría gobernador de una ínsula, pero gobernar resultó muy difícil. Nos hicimos muy buenos amigos y juntos corrimos muchas aventuras. Intenté en muchas ocasiones que entrara en razón y abandonara sus locuras. Por cierto no me gusta nada que algunas personas me llamen Pancho, mi nombre es Sancho.

Desde 1902 acompaño a don Quijote en la comparsa cervantina.

Dulcinea

Mi nombre verdadero es Aldonza Lorenzo y soy una campesina. Aunque soy algo ruda y poco agraciada, Don Quijote me consideró su dama y me llamó Dulcinea del Tobo-so, por ser de ese pueblo manchego. Me cuentan que en todo momento defendió mi belleza y hasta llegó a escribirme una carta de amor.

Empecé a desfilar en la comparsa cervantina en 1974.

El cura

Mi nombre es Pedro Pérez y me licencié por la Universidad de Sigüenza. Soy el cura del pueblo en el que vivía don Quijote y también me gustaba leer los libros de caballe­rías. Intenté que abandonara sus aventuras y hasta llegué a quemar la mayoría de los libros que hicieron que perdiera la razón y se creyera un caballero andante. Pero no sirvió de mucho, ya que poco después inició nuevas aventuras.

Como Dulcinea, en 1974 me incorporé a la comparsa cervantina.

Los duques

Aunque popularmente nos conocen como los “reyes”, en realidad somos duques. Habíamos leído las aventuras de Don Quijote y su escudero Sancho Panza y cuando pasaron por nuestras tierras de Aragón, decidimos burlarnos de ellos y reírnos a su costa. Ordenamos construir un caballo de madera y les hicimos creer con fuegos ar­tificiales que estaban viajando por el espacio a lomos del caballo Clavileño.

También comenzamos a desfilar en Alcalá en 1974.

Cervantes

Mi nombre es Miguel de Cervantes y nací en Alcalá de Henares el 29 de septiembre de 1547. Me bautizaron en la Iglesia de Santa María el 9 de octubre de ese mismo año. Es probable que conozcáis mi casa natal que ahora es un museo y que está haciendo esquina entre la calle de la Imagen y la calle Mayor. La plaza principal de Alcalá lleva mi nombre y en el centro está mi monumento que fue inaugurado en 1879. Ya sabéis que fui escritor. Mi primera novela fue “La Galatea”, que se publicó en Alcalá en 1585. También tuvieron mucho éxito las “Novelas ejemplares” y “Los Entremeses”. Pero el libro por el que se me conoce en todo el mundo es el “Quijote” y que muchos consi­deran la mejor novela nunca escrita.

Mi presencia en la comparsa es más reciente. Me incorporé en 2005, con motivo de la celebración del IV centenario de la publicación del Quijote. Me hizo un conocido constructor de gigantes llamado Toni Mujal.

El “negrazo”

Junto con Don Quijote y Sancho Panza, soy el gigante más antiguo de la comparsa de Alcalá, ya que empecé a desfilar en 1902. Mi gran cabeza con ese pequeño moño, la barba de mi rostro y mis dientes hicieron que los niños me bautizaran como el “Ne­grazo”. Algunos dicen que les doy miedo, pero es porque no me conocen. En realidad soy bastante amable y me gusta estar acompañado de los niños.

El “gordo” y el “flaco”

Nuestros verdaderos nombres son Oliver Hardy y Stan Laurel, aunque somos más conocidos en España por los apodos del “Gordo” y el “Flaco”. Fuimos un dúo de ac­tores muy famosos e hicimos muchas películas en blanco y negro (todavía no se había inventado el color), las primeras en cine mudo hasta que se inventó el cine sonoro. Todas nuestras películas eran de cine cómico, con las que hicimos reír a los niños y los adultos de la primera mitad del siglo XX.

Nuestra popularidad hizo que se decidiera que formásemos parte de la comparsa de gigantes de Alcalá en 1986.

El indio

Ya sabéis que soy uno de los personajes más habituales de las películas del Oeste. Unos dicen que soy de la tribu de los apaches, otros que soy comanche y hay quien dice que soy un indio navajo. Podéis decir que soy un “piel roja”. Durante muchos años, las películas de “indios y vaqueros” fueron muy populares. Teníamos fama de ser grandes guerreros y luchábamos muy bien a caballo. Casi siempre nosotros éra­mos los malos, pero la verdad es que luchábamos para que el “hombre blanco” no nos arrebatara nuestras tierras, matara nuestro búfalos y talara nuestros bosques.

En un primer momento fui un cabezudo, pero después se decidió convertirme en un gigante.

El moro

Soy el famoso moro Muzaraque y dice la leyenda que algunos me han visto montado sobre una cebra voladora por la cuesta de Zulema, el antiguo camino por el que se subía al cerro del Viso. Estoy custodiando un tesoro que se encuentra oculto en una cueva de ese monte, que algunos dicen que también escondió la famosa mesa del rey Salomón. Mi leyenda la cuenta Cervantes en el Quijote, al que seguro que se la contaron sus padres siendo niño.

La bruja

Yo también soy un personaje que aparece en muchos cuentos infantiles. Dicen que soy una bruja malvada que hago encantamientos y hechizos, asusto a la gente y viajo volando montada en una escoba, pero mis brebajes sólo sirven para curar enfermeda­des. Soy muy anciana y por eso me faltan dientes. La verdad es que no soy una bruja mala, así es que no debéis tener miedo de mí. Si queréis saber algo más de mí, leed el cuento de “La bruja Piruja”.

Me incorporé a la comparsa en los años sesenta del siglo XX.

El “gitano” y la “gitana”

Durante muchos años la feria de Alcalá fue muy famosa por el peaje de ganados, un gran mercado que se instalaba en las Eras de San Isidro, delante de la ermita, y don­de se vendían y compraban caballos, yeguas, potrillos, mulas y asnos. Era un tiempo en el que no había tractores ni máquinas en el campo y donde era muy necesario contar con animales para hacer los trabajos agrícolas. Muchos de los vendedores y compradores que acudíamos a la feria de Alcalá éramos de raza gitana, por lo que nos convertimos en unos personajes muy populares.

Por esa razón en la década de los años cuarenta del siglo XX decidieron que formára­mos parte de la comparsa de gigantes de Alcalá.

Geppeto

Seguro que habéis leído las aventuras de Pinocho, una novela escrita por un italiano que se llamaba Carlo Collodi. Pues yo soy el padre de Pinocho. Como soy carpintero, un día se me ocurrió hacer un muñeco de madera y le puse ese nombre. Sucedió que por la noche un hada dio vida a Pinocho y a partir de ese momento, cada vez que decía una mentira le crecía la nariz.

Soy un gigante muy antiguo. Llevo desde mediados de los años cincuenta formando parte de la comparsa de Alcalá.

La doctora de Alcalá

Mi nombre es María Isidra Quintina Guzmán y de la Cerda, pero se me conoce como la “Doctora de Alcalá”. Fui la primera mujer que obtuvo el grado de doctor en una universidad española y fue precisamente en Alcalá el 5 de junio de 1785. Sobre los hombros llevo una muceta de color azul y un gorro que se llama birrete, ambos me los impusieron cuando fui investida como doctora. En Alcalá hay un colegio y una calle que lleva mi nombre.

Llevo desfilando con la comparsa de gigantes desde 1998.

El pirata

Soy uno de los piratas de las novelas de aventuras como “La Isla del Tesoro”. Soy pelirrojo y llevo barba y bigote y dos coletas. Perdí un ojo durante el abordaje de un barco cargado de doblones, que son monedas de oro. Me gasté la parte que me co­rrespondió del enorme botín en una taberna del Caribe y hace muchos años decidí vivir en tierra firme y me quedé en Alcalá.

Fui un regalo de una peña festiva de Alcalá llamada “Los Doblones” y desde 1997 formó parte de la comparsa.

El tuno

Seguro que en alguna ocasión habéis visto a la tuna por la calle cantando canciones con guitarras, bandurrias y panderetas. Mi nombre es Jesús de Hoyos y soy uno de los tunos de la Universidad de Alcalá. Voy vestido como los estudiantes del siglo XIX, con un jubón de color negro, una beca de color azul con el escudo de mi universidad sobre el pecho y una capa corta sobre los hombros. En la tuna yo toco la pandereta.

Por ahora soy el último gigante que se ha incorporado a la comparsa. Sólo llevo desde el año 2011 y me construyó un maestro gigantero llamado Toni Mujal.

Los cabezudos

Somos muchos los cabezudos que formamos parte de la comparsa de Alcalá. En lugar de desfilar y de bailar, como hacen los gigantes, nosotros solíamos perseguir co­rriendo a los chicos y chicas armados de un palo del que cuelga un cordel en el que va atada una vejiga llena de aire. Pero como no hace ningún daño, se burlan de nosotros y no nos tienen ningún miedo. Vamos a explicar quiénes somos los tres más antiguos.

A mi me llaman “el Aragonés” ya que procedo de esa región. El pañuelo de cuadros rojos y negros que llevo anudado en la cabeza se llama cachirulo. Me encanta bailar jotas. Para provocarme los niños me solían cantar “Aragonés, ¡qué bruto es!

Yo me llamo María y desde hace muchos años los niños me bautizaron como “la Gua­rra”. Me provocan cantando cancioncillas del tipo “María la Guarra tiene un gabán que en cada bolsillo le cabe un pan” o “A la María la Guarra se le ve la enagua”, pero la que más me enfada es la que dice “La María la Guarra no tiene tetas, las ha vendido por dos pesetas”.

Me conocen como “Napoleón”, pero no tengo nada que ver con Napoleón Bonaparte. En realidad soy un oficial del ejército que usaba casaca y ese sombrero que se llama bicornio, porque tiene dos picos. Como se parecía mucho al que usaba el emperador francés, pues empezaron a llamarme de ese modo.

Los caballitos

Somos dos caballitos, uno de color blanco y otro negro. Nos montan dos jinetes vestidos con casaca y tricornios, que así se conocen los sombreros de tres picos. Se nos da muy bien bailar al son de la música y hacer cabriolas, alzando nuestras patas delanteras.

Nos incorporamos a la comparsa en 1990.

La comparsa de Navidad

Creo que no hace falta que os digamos quiénes somos, ya que nos conocéis muy bien. Todos los años nos enviáis una carta con los regalos que queréis que os trai­gamos porque os habéis portado bien. Somos los tres Reyes Magos y ya sabéis que venimos de Oriente para obsequiar al Niño Jesús con oro, incienso y mirra. ¿A qué sabéis distinguir quienes somos Melchor, Gaspar y Baltasar?

No desfilamos con el resto de los gigantes. Nosotros formamos una comparsa propia que se creó en 1998. Acompañados de nuestros pajes salimos todos los días que du­ran las Navidades por la mañana y la tarde del 5 de enero desfilamos en la cabalgata de Reyes.

El “tragaldabas”

Aunque yo no desfilo ni bailo, también soy un gigante. Me llaman “Tragaldabas” por­que siempre tengo hambre y no paro de comer, aunque mi verdadero nombre es Gar­gantúa. Tengo un hijo que se llama Pantagruel. Algunos dicen que somos dos ogros crueles, pero la verdad es que somos dos gigantes bondadosos y muy glotones. A mí me gusta comer niños, pero os voy a contar un secreto, no los digiero en mi estóma­go, sino que los expulso por detrás vivitos y coleando. Por eso les gusta entrar una y otra vez por mi enorme bocaza y salir por mi culete.

Desde 1998 estoy presente en las ferias de Alcalá.

Derechos de la obra

Edición: Ayuntamiento de Alcalá de Henares
Dibujos: José Rubio “Malagón”
Textos: M. Vicente Sánchez Moltó

Diseño: Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Alcalá de Henares
Impresión: Gráficas Berlín, S.L.
1ª edición: julio de 2017
Depósito Legal: M-16327-2017
ISBN: 978-84-15005-46-9

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación por cualquier sistema mecánico o electrónico, sin el permiso expreso y por escrito de los propietarios del copyright.

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