“Cuenta Cide Hamete Benengeli (autor árabe al que Cervantes atribuye la novela de manera figurada) en la segunda parte desta historia y tercera salida de don Quijote que el cura y el barbero se estuvieron casi un mes sin verle… ”.
Así comenzaba la segunda parte de El Quijote que pasaba a ser el ingenioso caballero en lugar del hidalgo de la primera parte de 1605.
Tal fue su éxito espontáneo y, sobre todo, posterior que muchos cervantistas aseguran que esta segunda parte supera a la primera especialmente en los diálogos de sus magníficos 72 capítulos llenos de humor absurdo y acertada ironía a base de parodia, paradoja y burla de un tiempo al que Cervantes criticaba, de forma sucinta, con mucha fiereza.
La obra estaba dedicada a Pedro Fernández de Castro, Conde de Lemos (la primera parte fue para el Duque de Béjar) y fue el 30 de marzo de 1615 cuando Cervantes obtenía la autorización para editar esta segunda parte de El Quijote.
El capitulo primero de esta segunda parte ‘De lo que el cura y el barbero pasaron con don Quijote cerca de su enfermedad’ empieza contando como ambos -cura y barbero- quieren encerrar a Don Quijote, más que enterados de su locura. Pero el ingenioso hidalgo o ya caballero emprenderá su tercer viaje junto a su fiel Sancho, que tiene mucho que esconder por una mentira a su amo, hacia el Toboso para ver a Dulcinea. Después ambos, por fin, saldrán de La Mancha para recorrer, por ejemplo, hasta las playas de Barcelona.
Empieza guerrero Cervantes con su prólogo donde arremete irónica pero duramente contra las acusaciones del falso autor del Quijote de Avellaneda. Un mentiroso seguidor de Lope que afirmó haber publicado el Quijote en Tarragona en 1614 con la intención de ser la segunda parte de la obra cumbre de la literatura universal.
Se dice que Cervantes empezó a escribir El Quijote durante los meses que pasó preso en Sevilla durante el año 1597. Fue un 16 de enero de 1605 cuando se publicó en Madrid la primera parte de El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Tal fue el éxito de la obra de Miguel de Cervantes que su impresor tuvo que sacar la segunda edición solo tres meses después de la primera publicación, además de extender sus envíos de ejemplares de El Quijote hasta América.
Por el éxito mismo de esa primera parte, Don Quijote y Sancho aparecen en la segunda como conocedores de sus célebres aventuras entre el público y de hecho hay personajes que en la misma obra los reconocen por el éxito de la primera, curioso giro de Cervantes que se presenta en esta segunda parte como narrador, personaje y traductor ya que atribuye la novela, como recurso literario, al autor árabe Cide Hamete Benengeli.
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