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Alcalá de Henares y el 11M: memoria, justicia y solidaridad en una ciudad golpeada por el terrorismo


El 11 de marzo de 2004, Alcalá de Henares se convirtió en el punto de partida de uno de los actos terroristas más brutales de la historia europea. Cuatro trenes de cercanías, cargados con mochilas bomba, salieron de su estación entre las 6:45 y las 7:15 horas con destino a la capital.

Los trenes afectados —procedentes de Guadalajara, Alcalá y otros puntos— transportaban a trabajadores y estudiantes hacia la capital, aunque estos últimos en menor número que cualquier otro día ya que se había decretado una jornada de huelga en las universidades públicas madrileñas.

La más mortífera de las bombas explotó en la estación de El Pozo, con 65 víctimas mortales. Otras 63 precieron frente a la calle Téllez, 34 en el convoy de Atocha, 14 en Santa Eugenia y otras 16 en diferentes hospitales.

Acto del 11-M de 2017

Víctimas del 11-M

Los explosivos, compuestos por dinamita robada de una mina asturiana y activados con temporizadores de teléfonos móviles, detonaron en plena hora punta, acabando con la vida de 193 personas, 27 de ellas eran vecinas de la ciudad complutense, y dejando más de 2.000 heridos. 

La última de ellas fue reconocida en 2014 tras permanecer una década en coma. A estas víctimas mortales se sumó el subinspector del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional Francisco Javier Torronteras, fallecido en el asalto al piso de Leganés (Madrid) el 3 de abril al inmolarse en su interior siete miembros de la célula yihadista que habían colocado las trece mochilas cargadas con explosivos y de las que tres no llegaron a detonar.

Los fallecidos pertenecían a 17 nacionalidades distintas, siendo la española, con 144, la más afectada. Tras los españoles, el origen de las víctimas mortales más numerosas fue Rumanía, con 16 asesinados; Ecuador, con seis; Bulgaria y Polonia, con cuatro; y Perú, con tres.

Las explosiones provocaron heridas a 2.084 viajeros. Casi un centenar de personas quedaron con un alto grado de incapacidad física que, en muchos casos, las inhabilitó de por vida para trabajar.

Uno de los trenes afectados en Atocha. Imagen de la exposición: 20 años del 11M. Memoria de dolor y solidaridad: la exposición del Instituto Cervantes.

27 alcalaínos que nunca volvieron

De las 193 víctimas mortales, 27 eran vecinos de Alcalá de Henares, la localidad más afectada del Corredor del Henares junto a Coslada (21 fallecidos) y Torrejón de Ardoz (14). Entre ellos había estudiantes, trabajadores y padres de familia, cuyo recuerdo permanece vivo en placas conmemorativas y en el monumento erigido frente a la estación de tren. 

El trauma colectivo marcó a la ciudad, donde «una parte de cada uno de nosotros murió también», como recoge la declaración institucional leída en los actos conmemorativos . Muchas familias aún visitan el monolito que honra a sus seres queridos, un símbolo de resistencia frente al olvido. 

Uno de los vagones afectados. Imagen de la exposición: 20 años del 11M. Memoria de dolor y solidaridad: la exposición del Instituto Cervantes.

El entramado yihadista: orígenes y ejecutores

La investigación policial concluyó que el atentado fue ejecutado por una célula yihadista vinculada a Al Qaeda, cuyo objetivo era castigar a España por su participación en la guerra de Irak. Los explosivos, suministrados por el exminero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, fueron transportados a una casa en Morata de Tajuña, donde se prepararon las 13 bombas. 

Entre los condenados, destacan tres nombres: Jamal Zougam y Otman el Gnaoui, autores materiales que colocaron los artefactos en los trenes, y Trashorras, quien facilitó la dinamita. Los dos primeros recibieron penas de más de 42.000 años de prisión, mientras que Trashorras cumple 34.715 años. Veinte años después, solo estos tres permanecen encarcelados; los otros 15 condenados han sido liberados, y nueve deportados a Marruecos. 

Justicia tras el horror: condenas y controversias

El juicio del 11M, celebrado entre 2007 y 2008, sentenció a 21 de los 29 acusados. Sin embargo, la impunidad relativa de algunos condenados ha generado polémica. Por ejemplo, Abdelmajid Bouchar, conocido como el Gamo, huyó del piso de Leganés donde se inmoló parte de la célula y solo cumplió 12 años de prisión. 

La petición de eutanasia de Trashorras en 2024, alegando falta de atención médica, añadió un capítulo oscuro al caso. Aunque pidió perdón a las víctimas, su situación ha reabierto debates sobre los derechos de los presos y la justicia reparadora. 

Memoria anual: el ritual que une a una ciudad

Cada 11 de marzo, Alcalá de Henares celebra un acto solemne frente a su estación de tren, organizado en colaboración con asociaciones de víctimas y el Ayuntamiento. En 2024, el vigésimo aniversario congregó a centenares de personas, incluyendo autoridades como la alcaldesa Judith Piquet, representantes políticos, militares y miembros de las fuerzas de seguridad. 

El protocolo incluye: 

1. Lectura institucional: Realizada por estudiantes del IES Alonso Quijano, que este año recayeron en Rocío Fernández y Alessandro Bite. 

2. Ofrenda floral: Una corona de laurel es depositada en el monumento a las víctimas, seguida de un minuto de silencio. 

3. Música y símbolos: El grupo de cámara de la Orquesta Ciudad de Alcalá acompañó el acto, que culminó con el himno nacional. 

La alcaldesa Piquet subrayó en su discurso la importancia de «vivir en convivencia y paz» y recordó la solidaridad ciudadana del 2004, cuando vecinos, sanitarios y taxistas colaboraron en el rescate. 

Declaraciones institucionales: mensajes contra el olvido

«El dolor de las víctimas es nuestro dolor», declaró el año pasado Piquet, reiterando el compromiso de Alcalá con la memoria y la condena al terrorismo. La declaración leída este año enfatizó la lucha por «una sociedad libre, justa y heterogénea», rechazando cualquier forma de fanatismo. 

Este mensaje resuena en el Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo, instituido para unir a los ciudadanos contra la barbarie. Como señaló el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en una exposición conmemorativa: «La sociedad española demostró que ningún terrorismo puede doblegarla». 

Lecciones de un trauma colectivo

Veinte años después, Alcalá de Henares encarna la resistencia de una comunidad que transformó el dolor en un legado de unidad. Sus actos conmemorativos no solo honran a las víctimas, sino que refuerzan los valores democráticos frente al odio. Como resume el monumento de la Plaza del 11M: «En su memoria descansa nuestra fuerza». 

La ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad, sigue siendo un faro de cultura y convivencia, recordando al mundo que, incluso en la oscuridad, la solidaridad y la justicia pueden iluminar el camino.

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