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Alimentos enriquecidos, ¿moda o necesidad? La UAH responde


– ¿Qué es un alimento funcional?

– Es aquel alimento que además de tener propiedades nutricionales ofrece un valor añadido que conlleva beneficios para la salud.

– ¿Su ingesta se asemeja a los suplementos alimenticios?

– Ambos productos incorporan compuestos con cierta bioactividad en el día a día. Sin embargo, mientras que los alimentos funcionales contemplan la incorporación de macronutrientes, los suplementos se basan únicamente en la ingesta de un compuesto que se encuentra mucho más concentrados, obviando la complejidad de la matriz alimentaria. La elección de uno u otro por parte del consumidor depende exclusivamente de sus propias preferencias.

– Las estanterías de los supermercados están repletas de productos con un añadido extra de proteínas y vitaminas, ¿son alimentos funcionales?

– Los alimentos funcionales deben estar respaldados por declaraciones nutricionales y de propiedades saludables, las cuáles se encuentran reguladas en Europa por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. Las declaraciones nutricionales son más sencillas de incluir en el etiquetado, y estas son las que se refieren a un mayor aporte de proteínas en el producto. En el caso de las vitaminas, dependerá si incluyen la declaración de propiedades saludables en el envase o simplemente alegan una mayor presencia sin que exista un verdadero valor añadido para la salud.

Edwin Fernández, profesor del departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Alcalá

– Aparte de las proteínas ¿qué más sustancias suelen añadirse a estos alimentos?

– Las más populares son las vitaminas D, B12 y la C que se incluyen en los lácteos, cereales de desayuno, zumos o productos derivados.

Las más habituales son las vitaminas liposolubles como la vitamina D y las hidrosolubles (B12, C). Si hablamos de la vitamina D, la importancia de su ingesta se potenció a raíz de la pandemia de COVID-19, ya que diversos estudios asociaron el déficit de esta vitamina a un empeoramiento del pronóstico. Además, se han descrito varios beneficios respecto a tener una buena ingesta de vitamina D con diversos efectos positivos sobre la salud. Esta vitamina está presente naturalmente en el huevo y los pescados azules. Sin embargo, al realizar exámenes médicos, la vitamina D no alcanza un nivel en sangre adecuado, siendo suplementada con relativa frecuencia.

En cuanto a la vitamina C, relacionada de forma general con el sistema inmune, normalmente no es necesario un aporte extra en una dieta equilibrada, aunque aquí también pesa la percepción del consumidor sobre su ingesta.

Por último, la vitamina la B12 es cada vez más importante por el auge de patrones dietéticos cercanos al vegetarianismo, veganismo y al flexitarianismo, que a veces conllevan una baja ingesta de B12. Por ello, podría resultar interesante la incorporación de alimentos enriquecidos artificialmente con esta vitamina para evitar carencias alimenticias debidas a la disminución de alimentos de origen animal en la dieta.

– ¿Por qué están de moda?

– Estos productos se han vuelto tan populares en los últimos años principalmente, por los mensajes extendidos entre la población derivados de los efectos beneficiosos de las proteínas sobre la salud. En el momento en el que se lanzan mensajes que destacan los efectos positivos de la ingesta aumentada de proteínas, los consumidores asocian estos productos con una mejor salud. Por ejemplo, por su efecto saciante, estos productos son beneficiosos en las dietas hiperproteicas que buscan una pérdida de peso. A su vez, favorecen tanto el aumento como el mantenimiento de la masa muscular. En el primer caso, está claro que son los jóvenes los que aumentan el consumo proteico derivado de este efecto. En el segundo caso, la población de la tercera edad obtiene alimentos que permiten mantener la masa muscular, impidiendo los efectos negativos en la movilidad y calidad de vida.

– ¿En realidad son saludables o esconden otros elementos dañinos?

– Depende del resto de la composición nutricional del producto y de la alimentación global del individuo. Por ejemplo, si un alimento enriquecimiento en proteínas, tiene bajos niveles de azúcares añadidos y grasas saturadas, puede resultar relativamente saludable. Si por otro lado hablamos de alimentos que, aunque estén enriquecidos en proteínas, también contienen azúcares, un gran número de aditivos o grasas saturadas como el aceite de palma, el consumidor puede opacar la presencia de estos compuestos simplemente porque el alimento está enriquecido en proteínas. Por eso siempre hay que fijarse en la lista completa de ingredientes antes de situar a un alimento enriquecido como saludable o no saludable.

– ¿Tienen algún tipo de contraindicación?

– Depende. En el caso de las vitaminas hidrosolubles, cuyo exceso se puede eliminar por la orina, no habría problema si ingerimos algo más de lo que nuestro cuerpo necesita. Sin embargo, en el caso de vitaminas liposolubles como la vitamina D, hay que controlar un posible exceso ya que, al ser liposoluble, no se excreta con tanta facilidad y podría ser perjudicial si el consumo se prolonga demasiado en el tiempo.

En cuanto a las proteínas, deben tener cuidado las personas con algún problema sobre la actividad renal que pudiera estar comprometiendo el procesamiento de las proteínas, así como los recién nacidos antes de la incorporación de alimentos sólidos.

– ¿Crees que los consumidores adquieren estos productos por moda o porque conocen sus propiedades?

– En primer lugar, creo que el consumidor recibe información principalmente de medios de comunicación de masas, y sobre todo de redes sociales. En la gran mayoría de casos, no es una información basada en la evidencia, y suele estar muy sesgada. El consumidor debería tener una base de conocimiento previa para que pueda realizar una mejor toma de decisiones. Y, en segundo lugar, la información basada en la evidencia suele distribuirse entre investigadores y profesionales de la salud, siendo difícil de trasladar esta información a la población general de manera eficaz. No nos olvidemos de que la industria alimentaria sigue siendo una empresa que busca beneficios con la venta de sus productos, y que los mensajes no siempre van a estar enfocados en transmitir la evidencia, sino en hacer que el consumidor adquiere el producto con mayor frecuencia.

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