Primitiva Sanabria tiene 70 años y vive sola en Madrid. Sin embargo, afirma que tiene «mucha ayuda de mucha gente» y que está «muy feliz con la familia de fuera de casa». Desde hace cuatro años, es beneficiaria de la ‘Teleasistencia’ de Cruz Roja, que hace más sencillo su día a día.
«Gracias al personal que atiende este servicio, puedo ir al médico o a arreglar papeles. Cuando estoy en la calle, muchas veces me desoriento, pero con el GPS, ellos me van guiando y me dicen que vaya por esta calle o que gire por aquella otra», explica. Hace unas semanas también llamó porque tenía temblores e, inmediatamente, le enviaron una ambulancia. Por eso, asegura que siente al equipo humano «como si fueran mis hijos o mis nietos».
Primitiva es una de las 16.000 personas atendidas mediante el servicio de teleasistencia domiciliaria y móvil por Cruz Roja en la Comunidad de Madrid durante el último año (142.912 personas en toda España). Más allá del conocido “botón rojo”, este servicio cuenta con una red de personas que dan apoyo emocional y acompañamiento en caso de emergencia, pero también en el día a día. “Muchas personas mayores están solas en casa, y nosotros les llamamos periódicamente para ver cómo están”, destaca una de las operadoras del Centro de Operaciones de Cruz Roja.
En la Comunidad de Madrid se han realizado cerca de 549.000 interacciones entre el personal que atiende el servicio y las personas usuarias, de las que más de 187.000 correspondieron a alarmas recibidas en el centro de coordinación (9.732 de emergencia sanitaria; 7.016 en las que fue necesaria la movilización de recursos, y 1.738 de índole social, es decir, solicitando información o acompañamiento).
Respecto al conjunto de España, las interacciones ascendieron en este mismo período a 10.880.600, de las que 5.400.0000 se generaron en situaciones de emergencia.
Tecnología al servicio de las personas en situación de vulnerabilidad
Pero la teleasistencia no es sólo un servicio que beneficie a las personas mayores: es parte de la protección que se les puede ofrecer a las mujeres que sufren violencia de género, personas con enfermedades crónicas, personas que han sufrido un accidente u operación, personas cuidadoras, mujeres embarazadas, adolescentes, deportistas… o cualquiera que se encuentre en situación de soledad.
Desde el área de Servicios Tecnológicos Digitales, Cruz Roja busca la transformación de la situación en la que se encuentra una persona, no sólo en su asistencia. Saber cómo se encuentran, ayudarles y prevenir y detectar otras necesidades repercute en evitar riesgos de afectación a la salud, y permite a la Organización estudiar nuevas alternativas tecnológicas que ayuden a generar capacidades y competencias que hagan a las personas más autónomas y menos vulnerables.
En la década de los 90 el servicio de Teleasistencia constituyó el primer hito de innovación, pionero en empezar a trabajar con dispositivos que llegaron desde los países nórdicos y calaron rápidamente en la sociedad española.
El salto tecnológico en estos 30 años hasta llegar a los actuales terminales es significativo, pero la base sigue siendo la misma, “cubrir las necesidades de las personas vulnerables, de forma eficiente, aportando valor para vivir la vida, y siendo sostenibles”, destaca Carlos Capataz, director del área de Servicios Tecnológicos Digitales de Cruz Roja.
La mayor apuesta de la Organización por este servicio pasa por estudiar las necesidades de quienes usan estos dispositivos para cubrirlas, y por eso apuestan por que cada vez más sean dispositivos proactivos y reacciones de forma autónoma, “Pensemos, por ejemplo, en alguien que tiene un servicio que incluye la monitorización de sus rutinas. Si una noche se despierta para ir al baño, pero tarda mucho en regresar a la cama, podría significar que se ha caído. Entonces, sin que la persona tenga que activar ningún pulsador, el sistema avisaría proactivamente, aunque la persona no portara el botón rojo”, explica Capataz.
¿Cómo funciona la Teleasistencia?
En función de la persona y sus necesidades, se puede recurrir a un tipo de Teleasistencia, u otra; no obstante, Cruz Roja dispone de cuatro grandes bloques en constante desarrollo: el autocuidado y prevención de ‘Cuidate+’, el servicio de localización ‘LoPe’, la ‘Teleasistencia domiciliaria’, y la ‘Teleasistencia móvil: +Independencia’. Además, existe el servicio de aplicación móvil pensado para quienes, ante una emergencia, quieren contar con ayuda inmediata y localización con sólo hacer clic.
En todos ellos, la base fundamental es la misma: existe un pulsador que conecta directamente a la persona, desde cualquier estancia de la vivienda, con el personal de Cruz Roja. Puede llevarse colgado o en la muñeca, e incluso puede mojarse. En caso de emergencia, profesionales autorizados acceden al domicilio agilizando la atención y minimizando los daños. Además, es un servicio de compañía las 24 horas del día, los 365 días del año, e incluye contacto continuado, seguimiento, localización geográfica, recordatorio de medicación o citas médicas, unidad móvil e incluso custodia de llaves.
Tanto la tecnología utilizada, como el servicio que se presta están sujetas a normas UNE y auditorias, que buscan asegurar que cuando se necesite todo funcione. Cuando una persona que tiene la necesidad del servicio o un familiar necesita que Cruz Roja este ahí, es algo a lo que se presta especial atención en cualquier tecnología nueva para, llegado el caso, sacarle provecho sin correr riesgos derivados de un fallo de operatividad; en este sentido, la exigencia a la hora de adoptar cualquier cambio o nueva implantación es una máxima, algo que diferencia a la Teleasistencia de Cruz Roja de cualquier otro servicio homónimo del mercado, que puede incumplir estas condiciones.
La página web de Teleasistencia de Cruz Roja cuenta desde hace unas semanas con una versión accesible que permite a las personas ciegas, sordas o con dificultades visuales o auditivas acceder a toda la información del servicio.
La innovación tecnológica en medio de una pandemia
La pandemia desencadenó una serie de retos para las personas mayores, como poder acceder a información de calidad y adaptada. Las dificultades de contacto con el exterior (el contacto con familia y amistades, o actividades de la vida cotidiana como hacer la compra) y la distancia con el mundo digital como primera alternativa fueron dos de las barreras que Cruz Roja se propuso cerrar con urgencia. Para las personas mayores se desplegaron proyectos específicos como la virtualización del seguimiento mediante el Centro de Contacto y su servicio multicanal, la habilitación de una línea 900 para el apoyo psicológico, la adaptación del servicio de teleasistencia -incorporando en tiempo record termómetros digitales o pulsioxímetros inalámbricos para hacer el seguimiento de personas convalecientes y reducir el riesgo de contagio-, elaboración de guías y contenidos adaptados (desde el COVID, a cómo ayudar a una persona de tu vecindario, o configurar un Smartphone con acceso a Whatsapp).
Del mismo modo, no se dejó a un lado la mejora de las capacidades de Cruz Roja mediante la innovación habilitando un espacio de Open Data accesible a todo el mundo, o haciendo una inmersión en la tecnología de los asistentes de voz con la creación una skill específica sobre el COVID con contenidos adaptados para las personas mayores.
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