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El Círculo de Contribuyentes es uno de los edificios más representativos de la plaza de Cervantes, y tiene por derecho propio un lugar destacado en la historia de Alcalá de Henares.
Este edificio del siglo XIX situado en plena plaza de Cervantes, fue y sigue siendo la sede de Círculo de Contribuyentes (el imaginario popular dice que es de la Sociedad de Condueños si bien la sede de esta se encuentra en el edificio anexo. El error viene porque todo el edificio pertenece a la Sociedad), una de las instituciones a la que más debe la ciudad de Alcalá de Henares. Está situado al lado del antiguo hotel Cervantes, otro edificio también construido por la Sociedad en 1914.
Fue construido en 1893 por el arquitecto local Martín Pastells sobre lo que en tiempos del cardenal Cisneros eran las casas de los estudiantes. Está realizado en ladrillo visto con el característico estilo neomudéjar de la época, el mismo que puede verse en el Palacio Laredo, en el antiguo Matadero o en la sede del Centro de Interpretación del Burgo de Santiuste.
Tiene tres elementos constructivos en los que destacan los grandes ventanales con arco de medio punto, al igual que la entrada rematada por un curioso barómetro, que no reloj, donación de Carlos Lardet, relojero, cónsul general de Suiza en España y propietario del Palacio Laredo construido por su amigo Manuel Laredo.
A la entrada, en la primera planta, se accede por una amplia escalinata con barandillas de piedra caliza que deja dos estupendas terrazas a ambos lados.
Tiene dos plantas y un semisótano, junto con tres patios interiores, y hoy, además de ser la sede oficial de la Sociedad de Condueños, acoge el restaurante El Casino, cuyo nombre proviene de uno de sus antiguos usos.
En su interior destaca el Salón Noble, en el que se pueden admirar varias pinturas del gran pintor alcalaíno Félix Yuste, realizadas en 1901. Parecen grandes tapices, en especial el titulado “Apoteosis de Alcalá”, pues en este lienzo se refleja muy bien la identidad de los alcalaínos en relación con su historia.
También hay que resaltar la pintura que decora el techo, de Samuel Luna, esta de 1906. La decoración, las mesas para jugar a las cartas y todo el conjunto en general, crean un ambiente con reminiscencias de las novelas de Benito Pérez Galdós.
Y para sumergirte aún más en esa sensación sólo tienes que visitar el edificio coincidiendo con la Vuelta Turística en Coches de Época a la Comunidad de Madrid cuyos dueños aparcan, precisamente, delante de las escaleras del Círculo de Contribuyentes (más información).
La Sociedad de Condueños
La frase “guardiana de las esencias” cobra un rotundo sentido cuando hablamos de la Sociedad de Condueños de Alcalá de Henares, cuya sede está en el Círculo de Contribuyentes. Fue la primera asociación privada sin ánimo de lucro que se creó en toda Europa, ex profeso, para la conservación del patrimonio histórico de una ciudad.
Esto es así porque gracias a la Sociedad de Condueños, fundada en 1851, podemos disfrutar hoy de la manzana universitaria, es decir, de la universidad que levantó el cardenal Cisneros a principios del siglo XVI y de todos los edificios cercanos, en lugar de ser pasto del abandono y la ruina.
La razón es que – tras la desamortización de Mendizábal – la universidad como institución, con todo su patrimonio y archivo, se trasladó en 1836 a Madrid, donde recibió el nombre de Universidad Central de Madrid. Después, en 1968 y tras la creación de la Universidad Autónoma de Madrid tomó el nombre de Universidad Complutense de Madrid, nombre con el que se conoce hasta ahora (cabe recordar que Complutum es el nombre que tenía la ciudad de Alcalá en tiempos del imperio romano. Por lo tanto decir complutense es igual que decir alcalaíno).
En aquel momento la reina Isabel II ordenó que los edificios, de gran riqueza histórica y artística, fueran subastados al mejor postor.
Gusanos de seda en el Paraninfo
Sin embargo, al hilo del descubrimiento de los restos del cardenal Cisneros, un grupo de vecinos de Alcalá, ciudad que por entonces contaba con unos 7000 habitantes, y tras sufrir varios expolios, decidieron unirse para detenerlos y salvar la universidad.
Esta decisión ciudadana se produjo después de varios vaivenes económicos con la propiedad de la universidad. Tras la desamortización y el decreto de sacarla a subasta pública, Joaquín Alcober se dirigió en 1845 a la Junta de Instrucción Pública ofreciendo 50.000 reales para dedicar el colegio mayor de San Ildefonso, sus patios y otros edificios al cultivo de la morera y la cría de gusanos de seda, junto con la construcción de una fábrica de hilaturas.
Un año después se consumó la compra por parte del señor Alcober, quien a su vez un año después volvió a vender todos los edificios universitarios a Joaquín Cortés, por 70.000 reales, quien también volvió a vender la universidad en 1850 al conde de Quinto y a su esposa, Elisa de Rodas.
El matrimonio no la vendería, sino que se dedicaría a transformarla a su gusto y llevarse los objetos que quisieron a otras fincas suyas, en lo que sería un auténtico expolio. Por ejemplo, se llevaron las campanas que coronaban la capilla de San Ildefonso a propiedades que tenían en Aragón, demolieron el arco que unía la universidad con el edificio de enfrente en la calle Pedro Gumiel, y se llevaron numerosas obras de arte, cuadros, retablos y rejas.
Cuando corrió el rumor de que barajaban la idea de desmontar la fachada de la universidad, un gran número de vecinos firmó un escrito dirigido al alcalde, solicitándole que se detuviese el expolio.
Enseguida se celebró una reunión en el Palacio Arzobispal de las fuerzas vivas de la ciudad con el alcalde, creándose una comisión formada por siete notables, en la que estaban el arzobispo de Toledo y el marqués de Morante, con el fin de que realizase las gestiones necesarias para adquirir el patrimonio inmobiliario de la universidad.
Láminas de cien reales
La comisión estipuló las normas de creación de la Sociedad de Condueños y recaudó el dinero de los alcalaínos que quisieron apoyar tal empresa. Se hicieron novecientas participaciones o acciones de propiedad denominados láminas, por valor de cien reales cada una, con la condición de que sólo se pudieran transferir entre vecinos de Alcalá y de que cada propietario únicamente pudiera poseer un máximo de diez láminas.
La “Sociedad de Condueños de los Edificios que Fueron Universidad” se creó en enero de 1851, ante el notario de la ciudad, Gregorio Azaña, y un mes antes sus miembros compraron los edificios universitarios por 90.000 reales.
Los efectos beneficiosos de la salvaguarda que ha realizado la Sociedad de Condueños del patrimonio histórico alcalaíno se ha extendido a lo largo de siglo y medio hasta que a partir de la reinstauración de la universidad de Alcalá en 1977, cedió a esta los edificios por un alquiler simbólico.
Es interesante recordar que cuando se fundó la Sociedad de Condueños, también se puso a la venta el Palacio Arzobispal por un millón de reales, aunque afortunadamente no se encontró comprador.
Si quieres saber más sobre qué ocurrió con Alcalá, la universidad y sus edificios más representativos en el siglo XIX, no dejes de leer este interesante documento publicado por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares.
Más información:
- www.circulodecontribuyentes.es
- www.restauranteelcasino.com
- es.wikipedia.org
- www.portal-local.es
- www.ayto-alcaladehenares.es
- www.alcalavirtual.es
- blog-goyo.blogspot.com.es
Información de interés:
- Dirección: Plaza Cervantes, 9
- Teléfono: +34 91 888 00 89
- Web: www.restauranteelcasino.com
Accesos desde Madrid
- Renfe Cercanías C-1, C-2 y C7A.
- Bus nº 223 (salidas desde el Intercambiador de Avenida de América).
Galería de imágenes:
En vídeo:
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