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Cómo comprar en tiempos de coronavirus


Para muchos estas líneas carecerán de interés, puesto que llevamos varias semanas de confinamiento y ya habrán tenido experiencias de compras en establecimientos.

Otro sin embargo aún no han salido a la calle. Quizás por haber caído enfermos, o por ser personas mayores y tener que guardar un especial cuidado en sus salidas a la calle.

Sea la razón que sea, existen muchas personas que todavía no conocen personalmente cuál es la experiencia que se vive al ir a hacer la compra en tiempos de coronavirus. Y para ellas están pensadas estas líneas.

Existen multitud de establecimientos abiertos para comprar productos de alimentación e higiene, grandes y pequeños. En los más pequeños la experiencia se parece más a la de siempre, salvo por el uso de mascarillas y guantes y las medidas de precaución lógicas.

Pero en las grandes superficies hay que mantener cuidados extra, porque el flujo de personas es mayor. En otras ocasiones hemos hablado de establecimientos como Mercadona, en este caso nos hemos acercado al hipermercado Alcampo del Centro Comercial La Dehesa.

Colas y más colas

Lo primero que llama la atención son las colas de personas que esperan pacientemente en el exterior de la tienda para entrar.

En esta ocasión había dos filas, con todo el mundo distanciado de forma que se dejase un espacio entre persona y personas de al menos dos metros. Guardias de seguridad velan porque todo el mundo esté bien colocado y regula el tránsito de personas, que sobre todo por la mañana pueden formar filas de más de 50 metros por el pasillo central del centro comercial.

La gente acude sola, sin acompañantes, y espera generalmente en silencio. En muchos casos mirando el móvil y en otros viendo el lento avance de la gente hacia la entrada del establecimiento.

Aunque no es obligatorio casi todos llevan guantes y mascarilla, el miedo a volver con algo no deseado invade la mente de los presentes, y todo el mundo extrema las precauciones.

Carteles con instrucciones recomiendan qué debemos hacer una vez entremos a la tienda. Darse prisa en la compra y pagar con tarjeta o móvil están entre ellas.

Protección extra

Al llegar al comienzo de la fila descubrimos más guardias de seguridad que regulan el acceso a la tienda para que no se supere el aforo reducido y que exista el necesario «distanciamiento social», ese maldito concepto que de repente se ha colado en nuestras vidas.

Al avanzar encontramos una mesa con productos de desinfección. Gel hidroalcohólico y papel para limpiarnos, además de los imprescindibles guantes de un solo uso sin los cuales nadie debe adentrase en el establecimiento.

Pasillos vallados

Una vez dentro lo primero que vemos son metros y metros de cinta que delimita la parte donde no podemos pasar. Solo está permitido la compra de productos de alimentación e higiene. El resto solo está disponible a través de la compra online.

El aspecto es desolador, entre la zona vallada y las pocas personas que se ven en el centro, la sensación es como la de haber entrado a comprar en un día en el que el centro estaba cerrado.

Compra rápida y a pagar

Una vez llegados a la zona habilitada, la gente compra rápido, tal y como le han recomendado. No hay barullo ni grupos de personas juntas, todo el mundo se mueve en solitario y en silencio.

¿Queda harina? se oye preguntar a un cliente, y el personal de la tienda le responde paciente que no. A juzgar por el lineal arrasado, seguramente hayan sido cientos las personas que le han hecho la misma pregunta en esa mañana.

Otras zonas sí están repletas de productos, los frescos, la fruta y verdura, la carne, todos los expositores estaban repletos.

Finalmente toca ir a la caja. Muchas personas se dirigen a las de autoservicio por rapidez y para no tener contacto con nadie.

Sin embargo, las cajas tradicionales también están abiertas. Se les ha añadido mamparas de metacrilato para proteger a las cajeras, y en ellas se recomienda (pero no obliga) no pagar en metálico.

Tras comprar, salimos por el mismo sitio que habíamos entrado (solo se ha dejado un acceso para entrar y salir para controlar bien las medidas de aforo e higiene) y cada uno a su casa.

Es una sensación rara, segura pero extraña, en la que no se deja de recordar tiempos mejores que esperemos que vuelvan muy pronto.

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