Durante este tiempo de confinamiento, los que nos dedicamos al mundo del turismo hemos tenido oportunidad de releer artículos y opiniones relacionados con proyectos e ideas que hace solo unos meses se barajaban en este sector. Hasta hace muy poco las previsiones para 2020 eran optimistas y todos pensábamos en las acciones que pondríamos en marcha para incrementar las cifras de clientes alojados y de beneficios en nuestros hoteles. Sin embargo, pocos días después, ya sabemos que el año 2020 quedará en nuestro recuerdo por mucho tiempo como aquel que cambió nuestras vidas y la forma de entender nuestro negocio.
Esos proyectos que nos ocupaban en aquellos ya lejanos primeros meses de 2020 intentaban plasmar en actuaciones concretas la forma de conciliar las exigencias del turista moderno, con unos razonables resultados económicos que nos permitieran seguir teniendo un horizonte de optimismo para nuestras empresas y los trabajadores que forman parte esencial de las mismas.
El compromiso del turismo con la sociedad, a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, la Responsabilidad Social Corporativa y el respeto medioambiental, eran los ejes principales de actuación en los que se movían las empresas hoteleras de vanguardia en nuestro país.
Todos los proyectos a corto y medio plazo se basaban en estas ideas, convencidos de que estas son las actuaciones que le debemos a la sociedad y que el cliente se alojará, comerá y hará uso de los servicios de aquellas empresas que inviertan con coherencia su dinero para conseguir un mundo mejor para nosotros y nuestros hijos.
No cabe duda de que estos conceptos seguirán siendo prioritarios en el futuro del sector turístico, pero en los tiempos que ahora vivimos los resultados económicos, la seguridad, la personalización e innovación pasarán a ser esenciales en la supervivencia del negocio.
Volveremos a darle absoluta prioridad a los que siempre fueron los fundamentos de la industria hotelera: las personas y el entorno. El equipo humano y la atención individualizada serán las claves de mejora del nuevo negocio hotelero.
Es el momento de repensar el futuro de nuestros establecimientos, más allá incluso de las normas y las pautas que marquen los protocolos sanitarios, que solo serán el punto de partida de esta nueva etapa que ya tenemos aquí.
Es la ocasión para partir de cero en muchos de los planteamientos y conceptos con los que trabajamos en nuestras empresas, de hacer un rediseño completo de aquellos procesos que no aportan valor añadido al negocio, de pensar en cómo podemos implantar en nuestra actividad aquellas experiencias que a nosotros nos gustaría vivir cuando nos alojamos en un hotel, comemos en un restaurante, nos tomamos una cerveza en una terraza o nos damos un paseo por una ciudad.
Es hora de abrir mucho más nuestras mentes, de estar convencidos de que estos momentos de dificultad nos dan una gran oportunidad y, por tanto, de preguntarnos: “¿Qué pasaría en mi negocio y cómo afectaría al resultado si…?” El futuro será para los que sepan ver una oportunidad en estos momentos de dificultad.
Falta poco tiempo para abrir de nuevo las puertas de nuestros negocios y casi nada habremos aprendido de esta crisis si, cuando “inauguremos” de nuevo “nuestras Casas”, los clientes y los trabajadores no captan desde el primer día que algo ha cambiado en nuestra forma de entender el negocio… y no me refiero simplemente a las mascarillas, jabones, guantes y geles hidroalcohólicos (que también).
Pedro Soria Álvarez – Presidente de la Comisión de Turismo de AEDHE
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