Estimado señor alcalde.
Tras leer sus declaraciones sobre el acceso norte a la estación de tren, me voy a tomar la libertad, si me lo permite, de hacer algunas puntualizaciones a algo que, recurriendo a un símil taurino, considero merecedor de pitos y aplausos. Vaya por delante que mi opinión no es en modo alguno de experto, ya que no lo soy, y para ello están las de quienes sí lo son criticando con argumentos y razones de peso el proyecto de remodelación -que no reconstrucción- de la estación actual. Mi opinión, pues, es únicamente como usuario del servicio de Cercanías desde hace muchos años, lo que al menos me permite hablar no de cuestiones técnicas, sino prácticas, creo que con cierto conocimiento de causa.
Comencemos por los aplausos. Dice usted, y tiene toda la razón, que intentar modificar ahora el proyecto supondría su paralización, algo poco deseable tras años -demasiados años- esperando la ansiada y necesaria modernización de un edificio que nació, también con retraso puesto que las obras de construcción estuvieron paralizadas bastante tiempo, ya obsoleto. Todos sabemos que si en palacio las cosas van despacio en la Administración pueden llegar a eternizarse, por lo cual vale más pájaro en mano que ciento volando.
Pero dejémonos de refranes… y de aplausos, aunque no todos los pitos le correspondan ni mucho menos a usted. La pregunta que me planteo es por qué razón cuando se desarrolló el proyecto, del que supongo el Ayuntamiento debió estar enterado desde un principio, no se incluyó el citado acceso norte ni se abrió un debate público para que los ciudadanos pudiéramos aportar ideas de las que quizá alguna habría podido ser útil. Puedo entender que Adif tirara a mínimos limitándose a asumir tan sólo aquello a lo que estaba obligada por ley porque, no lo olvidemos, la actual estación incumple la normativa vigente en lo relativo a la accesibilidad de sus instalaciones. Pero lo que no entiendo en modo alguno es que el Ayuntamiento no presionara para que esta intervención fuera más ambiciosa incluyéndose el acceso norte en el proyecto cuando todavía se estaba a tiempo para ello.
He de reconocer que desconozco si cuando empezó todo ya estaba usted al frente de la corporación -la cosa viene de largo y el tiempo pasa deprisa- o si fue una patata caliente heredada de su predecesor en el cargo, pero en cualquier caso usted lleva ya siete años como alcalde y quizá en estos años se podría haber hecho más por solucionarlo, lo cual lamentablemente no ocurrió.
Permítame que recuerde, y esto sin duda usted lo sabrá mucho mejor que yo, que en las procelosas aguas de la política no se suele salir con la suya quien más razón tiene o quien más lo necesita, sino en muchas ocasiones quien más insiste y da más la lata. Así de claro, y esto explica que localidades que tuvieron la suerte de contar con alcaldes peleones como Pedro Castro en Getafe, José Huélamo en Coslada o Pedro Rollán en Torrejón, lograran conseguir cosas no digo inmerecidas, pero sí inalcanzables para Alcalá. No pretendo en modo alguno descalificar a ninguno de los ocho alcaldes que ha tenido Alcalá desde 1979, usted incluido, ya que todos ellos gobernaron la ciudad lo mejor que supieron y todos, cada uno a su manera, se esforzaron por dejarnos una Alcalá mejor; pero sí que durante todos estos años he echado en falta, salvo en casos muy concretos, esa política de pasillos que a la hora de la verdad suele resultar más efectiva que los canales digamos ortodoxos de la Administración.
Ahora bien, como lamentarse de lo ocurrido en el pasado no suele ser productivo, prefiero mirar al futuro y es aquí donde, lamentándolo mucho, comienzan de verdad los pitos. Dice usted que la estación “no va a tener acceso norte, en este momento, porque nunca nadie lo ha planteado”. No sé quien entenderá usted por nadie, pero le aseguro que al menos yo, como ciudadano particular, sí lo he planteado de forma reiterada hasta donde llegaban mis limitados medios, huelga decir que sin el menor resultado. Quienes no lo plantearon fueron los grupos políticos del Ayuntamiento, y aquí no salvo a nadie ya que ni el PSOE ni Ciudadanos, este último con sus elucubraciones urbanísticas, bonitas sobre el papel pero difícilmente abordables y dudosamente prácticas, se preocuparon por el citado acceso norte, algo mucho más prosaico y necesario así como relativamente fácil de hacer.
Capítulo aparte merece la hipocresía de Unidas Podemos y el PP rasgándose ahora las vestiduras por la no inclusión del acceso norte en el proyecto, cuando tuvieron tiempo más que sobrado para abordar el tema desde su tribuna municipal y, por razones que desconozco, no lo hicieron en ningún momento salvo a posteriori y de cara a la galería, por lo que sus jeremíadas están fuera de lugar.
¿Será que nuestros concejales, usted incluido, utilizan poco el tren de cercanías? Porque cualquier usuario habitual de este servicio se mostrará a favor de una obra que, sin ser complicada ni costosa, mejoraría mucho la movilidad en la ciudad, por lo que podrían haber tomado más interés en ello tal como sí han hecho con otros temas de diversa índole y cuya relevancia prefiero no enjuiciar.
Y desde luego, lo que no me cuadra son los datos estadísticos que esgrime sin aportar ningún tipo de justificación documental. Afirma, copio textualmente, que “tenemos datos concretos: El norte de la ciudad no va a la estación central, va a la estación de la Garena. Los aforos y las mediciones que tenemos de Espartales Norte y Sur, El Olivar y una zona de El Ensanche, no ligada peatonalmente a la Estación, nos dicen que esos coches van a La Garena”.
Pues qué quiere que le diga, poco puedo hablar de la estación de La Garena por la que simplemente paso, pero sí le puedo asegurar que los tres aparcamientos existentes a ambos lados de la estación central suelen estar repletos de coches incluyendo el del lado norte, así que no lo veo tan claro como usted dice. Y por supuesto, basta con ver la gente que se baja de los trenes o sube a ellos en las dos estaciones; le puedo asegurar por experiencia propia que es mucha más en la central que en la Garena.
Y lo de que “el único caso en el que alguien puede pedir un acceso norte es quien se acerque a la estación peatonalmente. Pero, de verdad, es que estamos hablando de dos minutos en atravesar una pasarela que va a ser reformada y adecuada” es, como poco, discutible. Cruzar por cualquiera de las dos pasarelas o por el paso subterráneo ciertamente no lleva demasiado tiempo, aunque puede ser el suficiente para hacerte perder un tren, lo que sobre todo si vas con prisa a trabajar resulta una incomodidad; si además el tren llega de Guadalajara por la vía 5 te verás obligado a dar otro rodeo, desandando lo andado al tener que cruzar de nuevo por el subterráneo de la estación.
Aparte, claro está, que llama la atención su afirmación de que dos minutos de pérdida cruzando la pasarela -en realidad son más- son irrelevantes, justo después de decir que los residentes de los barrios del norte que van en coche a coger el tren prefieren ir a la Garena porque así ganan cinco minutos al ahorrarse una estación. ¿En qué quedamos? ¿O es que lo que resulta importante -ahorrar esos cinco minutos- para los automovilistas no lo es para los peatones?
Eso sin contar con que hay gente mayor, con dificultades de movimiento, en sillas de ruedas, con cochecitos de niños, con maletas o simplemente un trasiego continuo de peatones… cierto es que tanto el paso subterráneo como la pasarela principal -no así la de la calle Infantado- disponen de rampas, pero no tener que cruzarlas y descongestionar el vestíbulo principal -y por el momento único- distaría mucho de ser baladí y favorecería el trayecto a muchos alcalaínos, probablemente bastantes más de los que sus encuestas indican. Porque, creo que había olvidado decirlo, contemplo el acceso norte no como un simple paso para cruzar las vías, éstos ya existen por triplicado, sino como un vestíbulo con taquillas, máquinas expendedoras y torniquetes que permita acceder directamente a las vías o salir de la estación por el lado norte sin necesidad de dar rodeos.
Sin embargo, lo que más me sorprende es que usted hable de viajeros que acceden a la estación en coche o a pie, olvidándose de los autobuses. Puedo asegurarle que son muchos los que van a la estación o vienen de ella en autobús, y si prescindimos por razones obvias de la Garena, las líneas que discurren por el resto de los barrios situados al norte de la vía conducen no a ésta, sino a la estación central. Cierto es que la mayoría, aunque no todas, tienen paradas por el lado sur, pero un acceso por el lado norte facilitaría también el trasbordo a los usuarios del autobús al repartirse el flujo de viajeros por ambos lados.
Pero lo que más me preocupa, corríjame si me equivoco y le aseguro que nada me gustaría más que equivocarme, es que creo intuir en sus palabras un desinterés por intentar que se construya el acceso norte, aunque sea en una segunda fase, dándose por satisfecho con la remodelación del edificio actual… que no es poco, vaya por delante, pero desde mi punto de vista sí insuficiente. Y aunque lo ideal hubiera sido meter todo en el mismo saco, puesto que esto no ha podido ser lo que yo le pediría a usted como alcalde es que se empezara a mover desde ya mismo -incordiando a las autoridades competentes, por decirlo claramente- el tema de la construcción del acceso norte como proyecto independiente a modo de ampliación del que está en curso, algo perfectamente posible, nada complicado y que no afectaría a lo ya proyectado. De hecho, creo que fue esto, y corríjaseme si me equivoco, lo que se hizo en Torrejón, donde el segundo acceso se tuvo que hacer con posterioridad a la construcción de la estación -tuvieron más suerte que nosotros, allí no fue una simple remodelación- al no estar contemplado éste en el proyecto inicial… pero se hizo, y eso que en la zona afectada del vecino municipio había muchas menos viviendas que las que existen al norte de la vía en Alcalá.
Así pues nunca es tarde si la dicha es buena, aunque volviendo por última vez a las frases conocidas, me gustaría recordar aquello de el que no llora no mama… y nosotros, vuelvo a insistir en ello, mucho me temo que hemos llorado muy poco pese a ser nuestra estación -me refiero a la central- la de mayor tráfico de viajeros con diferencia de todo el corredor de cercanías que discurre entre Atocha y Guadalajara, un hecho evidente que en la práctica no ha servido para nada.
Fdo. José Carlos Canalda
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