La investigadora del departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá, Sara Villén, junto con científicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), la Universidad de Sevilla (US) y la Universidade Federal de Goiás (Brasil) han creado una nueva herramienta para el estudio del cambio climático usando como modelo el canto de una especie ibérica de rana.
Los investigadores proponen una nueva metodología en la que analizan los cantos de las especies para recabar información sobre cómo están distribuidas, tanto en el espacio como en el tiempo, y predecir cómo esta distribución cambiará a lo largo del tiempo por el efecto del cambio climático, es decir, predicen si van a adelantar o van a atrasar sus periodos de reproducción, y también si cambiarán los lugares en los que las encontramos hoy en día.
Lo novedoso es que, para desarrollar la metodología, se han integrado dos disciplinas complementarias: la biogeografía y la bioacústica que, en los últimos años está logrando importantes avances tecnológicos analizando los sonidos que emiten los animales gracias a grabadoras con sensores automáticos que camuflan en su hábitat.
Estas grabaciones acumulan grandes bases de datos que, aplicando unos algoritmos muy complejos, permiten identificar dónde y cuándo se encuentra la especie. Así, se pueden analizar los periodos de actividad de las especies en función de las condiciones climáticas de ese momento y, gracias a los modelos estadísticos, se puede predecir cómo están cambiando los ritmos de reproducción o las áreas de distribución de las especies y predecir el impacto a largo plazo que el cambio climático podría causar en sus poblaciones en el periodo 2061-2080.
En concreto, en el caso de la ranita de San Antón, los modelos predicen que ampliará su área de distribución y adelantará su período de reproducción. En general, mejorarán sus condiciones, tanto en el tiempo como en el espacio geográfico, porque aumentarán las temperaturas, algo favorable a su especie.
Aunque para el estudio han trabajado con la ranita de San Antón, cuyos individuos se sirven del canto para encontrar parejas reproductivas, ‘esta metodología puede ser aplicada a cualquier tipo de animal que emita sonidos, ya sea para reproducirse, para defender su territorio, o para comunicarse con otros individuos durante los movimientos migratorios’ explica la investigadora de la UAH que ha trabajado en el equipo desde la parte de la biogeografía.
Sara Villén también trabaja desarrollando nuevas metodologías para analizar cómo el clima afecta a la máxima abundancia potencial que podrían tener las especies, tanto de animales como vegetales, y cómo la deforestación y la minería afectan a la biodiversidad y los pueblos indígenas del Amazonas.
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