Un humeante pasacalles precedió al cortejo fúnebre del Entierro de la Sardina. Detrás de diabólicos personajes, la Peña Los Grillaos fue la encargada de llevar la sardina principal del entierro. Estaba seguida de dos más pequeñas que portaban la Asociación de Vecinos de IVIASA y la Junta Municipal del Distrito III. Cerraban, junto a las sardinas, las plañideras y, como no, el Obispo.
Decenas de personas siguieron el espectáculo desde la plaza de Cervantes hasta el final del recorrido. Después, se multiplicaron hasta varios centenares que quisieron ver la quema de la Sardina.
Acompañaron a la demoniaca comitiva el alcalde Javier Rodríguez Palacios, que se incorporó en la plaza de Palacio, la concejal de Festejos, María Aranguren, el concejal de Mayores, Carlos García, junto a los representantes de la coordinadora de Peñas, Juan (El Desbarajuste) y Tamara (El Pito).
La quema de la Sardina
A su llegada a la Huerta del Obispo, las tres sardinas fueron colocadas en un soporte para su cremación, acompañadas por las plañideras que no dejaron de llorar desconsoladas.
A diferencia de 2020, el año pasado no hubo quema, unos palés bajo la estructura y, esta vez, una traca se encargó del resto. El conjunto comenzó arder en pocos segundos ante el numeroso público que observaba el espectáculo de fuego desde la seguridad de las vallas protectoras.
La sardina se quemó y Alcalá despidió su Carnaval que regresaba tras suspenderse el pasado año por la pandemia.
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