La atleta keniata Jacqueline Nyetipei Kiplimo se impuso en el Maratón Internacional de Alcalá de Henares con un tiempo de (02:46:26). Muchos niños y niñas, aficionados al atletismo y que colaboraban con la organización, se abalanzaron sobre ella para tener una foto de recuerdo.
Algunos lo sabrían y otros no, pero Jacqueline fue la protagonista de un gesto deportivo que dio la vuelta al mundo hace apenas dos años. Una acción que la convirtió en leyenda y que pone de manifiesto que, pase lo que pase, el deporte es propietario de unos valores tremendamente necesarios para la sociedad.
Marzo de 2010, Maratón Internacional de Zheng Khai, una de las grandes pruebas del atletismo de fondo mundial con más de 200 atletas internacionales de 26 países.
La joven maratoniana Jacqueline Nyetipe Kiplimo, de 26 años era una auténtica superestrella del atletismo y clara favorita a ganar la carrera. Venía de imponerse en Dallas y Austin, subirse al podio de Los Ángeles o quedarse a un puesto del cajón en Singapur (todo esto en años anteriores, pues los corredores de maratón solo están en condiciones de competir para ganar una carrera en dos o, máximo, tres pruebas al año).
Aquel día en Zheng Khai los termómetros de temperatura y los higrógrafos de humedad se dispararon a niveles tremendos. Algo que no impidió a Jacqueline ponerse por en cabeza de la prueba femenina con mucha comodidad y ventaja.
Pero en el kilómetro 10 se encontró con un atleta chino discapacitado (le faltaban los dos brazos desde que sufriera un accidente con 8 años) con evidentes signos de deshidratación, y que no podía beber agua. Ningún atleta quiso ayudarlo y las asistencias esgrimían que si se le ayudaba desde fuera de la prueba, debería ser descalificado.
Jacqueline redujo su ritmo desde el kilómetro 10 al 38, durante 28 kilómetros, para ir al lado de su compañero y ayudarlo a beber agua. Cuando la keniata vio que solo quedaban cuatro kilómetros y el atleta con discapacidad estaba fuera de peligro, impuso un ritmo endiablado cercano a los 3’30’’ el kilómetro, pero le fue imposible recuperar la primera plaza.
Quedó segunda y perdió los 10.000 dólares del premio, pero al finalizar dijo “estoy contenta con la segunda posición porque el dinero no lo es todo en la vida. Además, he perdido un título pero he salvado una vida”.
Pero si hubo una frase que se quedó para la historia del atletismo y la vida fue la que pronunció a algunos periodistas cuando la acosaban para pedirle entrevistas tras su acción en Zheng Khai “La bondad no cuesta nada y lo es todo”.
Fundación Jacqueline Kiplimo para personas con discapacidad
El gesto de Jacqueline no se quedó ahí. Un año después, en otro maratón, se encontró con su compañero chino que le presentó a toda su familia que quiso abrazarla para agradecerle el gesto.
A partir de ahí, la atleta keniata se dio cuenta que podía ayudar de verdad y no solo con lo que hizo un año antes en Zheng Khai. Así, creó la Fundación Jacqueline Kiplimo para personas con discapacidad a la que dona la mitad de los ingresos obtenidos en cada una de sus carreras.
Después de todo aquello, Jacqueline siguió corriendo y ganando en el importante maratón de Kassel el Surat Thani Marathon, marcando su mejor tiempo en Santiago de Chile con 2:30:52 y el pasado domingo 28 de octubre en Alcalá de Henares.
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