¿Debemos usarlas en todo momento? El catedrático de Oftalmología de la UAH, Miguel Ángel Teus, nos despeja todas las dudas respecto al uso de las gafas de sol.
Según el profesor, las gafas de sol no son necesarias, pero sí muy convenientes, tanto en invierno como en verano, por las distintas circunstancias lumínicas.
«Una excesiva radiación puede darse, por ejemplo, en invierno si vamos a la nieve y en verano en el mar y playa. En ambos casos hay un exceso de radiación ultravioleta que es nocivo para la piel y los ojos, llegando al punto de que la radiación solar intensa, sobre todo la vinculada con nieve, puede llegar a provocar una queratitis, que es una inflamación de la córnea que genera molestias serias y deja al paciente incapacitado durante 6-8 horas», afirma.
Por otro lado, Teus señala que también es conveniente el uso de las gafas de sol cuando hay una luz solar intensa, el sol está bajo, y tenemos que realizar actividades de precisión, como puede ser la conducción de vehículos o de maquinaria.
«Se recomienda su uso para evitar la aparición de enfermedades en la vejez, porque una exposición prolongada, a lo largo de toda la vida, sin protección solar, se ha vinculado con enfermedades como la degeneración macular asociada al envejecimiento (DMAE) o la aparición de cataratas».
Pero no todos tenemos los mismos riesgos ante los rayos del sol. Existen estudios que confirman que la enfermedad conocida como DMAE es muy poco frecuente en los sujetos de piel negra porque están más preparados para recibir la radiación solar en general, especialmente la franja azul-ultravioleta.
«En ese sentido, es probable que un uso adecuado de gafas de sol en situaciones de iluminación intensa prevenga enfermedades oculares a largo plazo. Pero esto último no está demostrado», explica Teus.
También hay que decir que la naturaleza es muy sabia y tiene su propio filtrado de luz ultravioleta: la córnea; por este motivo, cuando estamos en la nieve sin protección o miramos a alguien que está realizando una soldadura, lo que se nos inflama es la córnea, y sin embargo no se nos daña la retina.
Los problemas de la retina están asociados con otro tipo de rayos lumínicos (espectro visible y los infrarrojos) que la córnea no puede filtrar. Por eso, por ejemplo, se prohíbe mirar al sol sin protección cuando se está produciendo un eclipse de sol, porque puede producirse daño agudo en la retina.
Gafas de sol y niños
Con los más pequeños no es necesario exagerar, precisa el profesor. El ser humano está preparado para recibir una radiación luminosa normal a lo largo de su vida sin tener problemas.
«Ahora bien, si protegemos a los niños la piel en la montaña, en la playa y en la piscina, también debemos protegerlos del sol. Pero una gorra con una buena visera en la playa es suficiente; en la nieve es distinto, porque la exposición a la luz es extrema, y aquí sí que el uso de gafas de sol es aconsejable».
A la hora de elegir qué gafas comprar, Teus puntualiza la importancia de tener la marca CE, que garantiza la homologación. Todas son un potente filtro ultravioleta y también hay varios grados de densidad de filtro de luz, que es lo que le da el mayor o menor ‘tinte’ de color al cristal.
Otros consejos son: si son para la nieve, los cristales tienen que ser muy oscuros; para conducir son más claros. La forma y el tamaño también importan: la gafa ideal en cuanto a protección debe ser curva, para cubrir el lateral del ojo, porque la exposición de luz también es lateral, y deben ser grandes, que cubran todo el ojo.
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