El espacio conocido como Soto de Espinillos saltó a la actualidad hace unos meses tras el interés del Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz por adquirir estos terrenos, que aun siendo parte del término municipal de Alcalá de Henares, se encuentran pegados al barrio del Soto del Henares de Torrejón de Ardoz.
El consistorio torrejonero terminó adquiriendo dos parcelas ubicadas sobre el término municipal de Alcalá de Henares a la Comunidad de Madrid por 4 millones de euros (parcelas 1 y 2 del polígono 17 de Alcalá de Henares, registral 10827, denominada El Espinillo).
Estos terrenos había sido previamente puestos a la venta por el ayuntamiento alcalaíno por un precio inicial de 2,5 millones de euros. Las dos parcelas siguen, pues, perteneciendo al término municipal de Alcalá de Henares, si bien su titularidad es ahora «torrejonera» tras la adquisición del municipio vecino.
En Defensa del Patrimonio Complutense
El Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense ha realizado un informe en el que habla de los orígenes y la historia de Espinillos. Con ello pretenden concienciar a la población de la importancia de «la defensa de Espinillos como espacio alcalaíno, protegido de la urbanización y conversión en parque».
A continuación reproducimos el informe en el que se habla de los orígenes de este espacio que se remonta a la época romana, su historia contemporánea y las propuestas que lanza el Grupo en Defensa del Patrimonio Complutense.
Historia y orígenes del complejo agrario de Espinillos
Orígenes
El origen del complejo agrario de Espinillos podemos engarzarlo, en cuanto a su tipología, con la antigua Roma. En efecto, el sistema de población romano, de tipo agrario latifundista, es bien patente en el valle bajo del Henares.
Su origen se fecha en el Alto Imperio. Se define la villae como ager cum aedificio fundus dicitur, esto es, una construcción situada en el campo (Digesto, I, 16, 211) y también como un centro autosuficiente.
Hay dos tipos, la mediterránea, en torno a un patio, y la de pasillo. Las villas se situaban cerca de una vía de comunicación, en terrazas fluviales, cerca de un río y con un ecosistema rico: caza, madera, bosque, frutos, etc.
Constan de un número variable de edificios de uso doméstico y otros dedicados a tareas productivas. Generalmente, tenían una zona de vivienda para el dominus y otra de servicios o servidumbre, pars rustica; y estaban orientadas a la producción agrícola, especialmente cereales y otros productos de fuerte implantación romana, como vid, olivo o leguminosas.
La zona residencial del pater familias solía tener termas, mosaicos, pinturas murales… Aparte, estaba la zona de servicios con diferentes dependencias, como establos, gallineros, almacenes, bodega, molino, horno, forja…
A lo largo del curso del río Henares encontramos una serie de villae romanas que se van consolidando a medida que avanza el Imperio, abandonada poco a poco la Primitiva Complutum del cerro del Viso, que señorea todo el valle.
Algunas de esas villas se convirtieron en aldeas durante la Edad Media. Otras continuaron siendo latifundios agrarios. Así, lugares como El Encín, tras ser adegañas de Alcalá, llegaron incluso a ser términos redondos con jurisdicción propia, mientras que otros se mantuvieron como aldeas: La Canaleja, Baezuela, Aldovea, que terminan despoblándose a finales de la Edad Media, quedando de nuevo como explotaciones agrarias.
Miralcampo, La Hacienda de Los Santos, El Encín, La Canaleja, La Magdalena, La Esgaravita, Espinillos, Baezuela y Aldovea son una excelente muestra de este tipo de poblamiento en la órbita de la ciudad de Complutum.
Mención aparte merece Castil de Lobos, dentro de la actual finca de Espinillos. De la importante familia de los Lobo, el régulo, Abu Isà Lubbum ibn Lubbum tuvo una gran trascendencia en el siglo XI. De este mismo Lubbum nos dice Ibn al-Jatib que había dominado varios castillos, incluido nuestro Qalat Abd al-Salam, en la frontera, cerca de Guadalajara. Y bien pudo pertenecer a esta familia el Abd al-Salam que da nombre en las mismas fechas a nuestro castillo de Alcalá.
También parece lo más acertado que fuera de ellos el citado Castil de Lobos o Castillo de los Lubbum. Este castillo, torreón o bury se convirtió en adegaña de Alcalá, ya en época cristiana, aunque se despoblaría antes de iniciarse el siglo XV. En el siglo siguiente, año 1574, en el altozano donde estaría este castillo o atalaya, se dispuso uno de los mojones que separaba los términos de Alcalá y Torrejón.
Historia Contemporánea
La finca de Espinillos, situada entre la N-II o antigua carretera de Aragón, el río Torote, el río Henares y el límite del término municipal de Torrejón de Ardoz por el oeste, continuó siendo en época contemporánea una explotación agraria de primer orden, de tipo mediterráneo.
Desde que la propiedad pasó a la Comunidad de Madrid, el abandono y el vandalismo han hecho que su estado de ruina sea casi total. Según el PGOU, su catalogación es envolvente y ambiental.
Se trata de uno de los pocos ejemplos que quedan en el término de Alcalá de un antiguo ventorro y tradicional complejo agropecuario, muy completo. Una pequeña población con todas las dependencias necesarias para su funcionamiento.
La escasa documentación que puede atestiguar su origen, los cambios constantes a los que se ve sometido un poblado de este tipo, que se ha mantenido en uso hasta bien avanzado el siglo XX, hacen que su existencia y valor pasen ahora desapercibidos.
Cuenta con varios elementos de interés, tal es un pozo con brocal de piedra, situado a la entrada; dos piedras de molino, de considerable tamaño, elaboradas en granito y de origen desconocido, que sirven como elementos decorativos; así como otros elementos, más o menos funcionales, distribuidos por las diferentes dependencias.
Las ventas, en Alcalá y su Tierra, han sido de gran trascendencia incluso para nuestra Literatura. Una de las últimas alusiones literarias a las ventas complutenses la hace Leandro Fernández de Moratín a principios del siglo XIX, situando en una posada alcalaína, en el camino de Zaragoza, la escena de su principal obra, El sí de las niñas.
La finca había pertenecido a D. Pablo de Soria y Averasturi, quien la vendería a D. José de Ahumada y Centurión en junio de 1878. Este último propietario vende «un ventorro y terrenos en Sitio de Torote y Soto de Espinillos», según escritura del 15/09/1888, al entonces Teniente Coronel de Caballería D. Enrique Allendesalazar y Gacitúa (posterior General de Brigada).
Con este cambio de propietario se transforma la finca en una granja experimental de la “Sociedad Española contra el Ganado Híbrido”, de la que D. Enrique era fundador y presidente, obteniendo premios nacionales e internacionales. En estos terrenos se produjo uno de los últimos vinos alcalaínos, el “Tinto del Soto de Espinillos”.
Hoy, la soledad del paraje, su nula vigilancia y protección, lo han convertido en pasto del vandalismo y grafiteros. Una degradación que avanza rápidamente en estos últimos años. También campeó la sombra de una posible promoción urbana en la zona, en busca de rápidos beneficios, que podría poner fin a este complejo rural y su entorno inmediato.
Fue propiedad de la empresa pública Arpegio, se habló de estos terrenos para un proyecto megalómano de «Ciudad de la Imagen» -un absurdo en los tiempos de crisis que vivimos-, que acabaría con toda su riqueza natural, agraria e histórica, definitivamente. Soplan malos vientos para el ancestral complejo rural de Espinillos, cuando acaba de pasar su propiedad al Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz.
En sus cercanías perviven restos de infraestructuras del sistema de riego, interesantes caminos perimetrales empedrados —con canto rodado del cercano río— así como un puente, el del Alamillo, de hormigón y baranda metálica, que une la finca con la ribera opuesta del río Henares y con el Soto de la Ciudad, y reformado por el Ayuntamiento de Alcalá en 2019. Es el puente –que registran los viejos mapas- de la antigua carretera, ahora en desuso, que conducía a la población de Torres de la Alameda, y que aún es de acceso público.
Dónde está el complejo rural de Espinillos
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