Nanoinfamil10, que así se llama el proyecto, estará financiado por la Fundación BBVA y es una colaboración multidisciplinar con un equipo de cardiólogos hemodinamistas, fisiólogos, bioquímicos, farmacéuticos, físicos y veterinarios procedentes de distintas universidades y hospitales, que tiene como único objetivo mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados por infarto de miocardio.
“Las enfermedades cardiovasculares son hoy en día no solo una causa fundamental de muerte en todo el mundo, sino que los pacientes que sobreviven presentan en mayor o menor grado una insuficiencia cardiaca, cuyo tratamiento condiciona el resto de su vida útil. La misión de este proyecto es intentar que estos daños sean lo menos severos posibles y que su tratamiento pueda hacer que la calidad de vida de los enfermos se asemeje lo más posible a la del individuo sano”, señala la profesora de Fisiología y Biología de Sistemas, Marta Saura, implicada en el proyecto junto a la doctoranda Paula Reventún.
¿Por qué se produce el daño en un infarto agudo de miocardio?
La falta de oxígeno propia de las primeras fases del infarto hace que mueran las células del corazón llamadas cardiomiocitos. Las células muertas se transforman en una cicatriz fibrótica. Dependiendo de la rapidez de la respuesta a la hora de tratar al paciente, más grande será esa cicatriz y, por tanto, el área ‘muerta’.
Esta investigación tendrá como objetivo tratar de restringir la zona necrosada y evitar que no progrese. Nanoinfamil10, coordinado por Carlos Zaragoza, Jefe de la Unidad Mixta de Investigación Cardiovascular del hospital Ramón y Cajal y la UFV, permitirá usar nanotecnología de forma no invasiva en el tratamiento del infarto agudo de miocardio y eso favorecerá que se aplique el tratamiento al área afectada.
La repercusión para el paciente es clara: “por una parte, el tratamiento es no invasivo, con lo cual supone una mejora cualitativa frente al tratamiento actual y, por otro lado, podría hacer que los pacientes afectados de tengan una calidad de vida posterior al infarto significativamente mejor”, señala Saura.
Queda mucho camino por recorrer pero la meta es clara: poder hacer un estudio clínico en pacientes.
En el entramado del proyecto, el trabajo de las investigadoras de la UAH consistirá en la validación, a nivel molecular, de los principales hallazgos que vayan surgiendo, verificando en todo momento que los resultados obtenidos sean los adecuados tanto a nivel bioquímico como en muestras de tejido cardiaco.
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