– ¿Qué se entiende por Arqueología pública?
– El concepto de Arqueología pública es un término que empieza a emplearse en el ámbito norteamericano a principios de la década de los 70. Se trató inicialmente de una propuesta que pretendía sumar a las comunidades locales, muchas de ellas con un origen no europeo, a la gestión, valorización y difusión de los espacios naturales o con un fuerte componente cultural. La repercusión de estos estudios, especialmente del libro de Charles McGimsey Public Archaeology, fue notable en Europa, no solo por el componente de integración de la población en los proyectos de investigación arqueológica, sino también en la necesidad de establecer marcos legales respetuosos tanto con los restos arqueológicos como con la población que vive junto a ellos, o en su entorno directo.
En los últimos años, la Arqueología pública ha evolucionado hacia una resignificación del propio concepto de Arqueología, su función social, y también a la denuncia de aquellos riesgos que acechan a la disciplina, como el tráfico ilícito o políticas poco respetuosas con la conservación, protección y revalorización de los yacimientos. Así que, por tanto, tenemos dos líneas, por un lado, la Arqueología pública como espacio de participación ciudadana en torno a la propia actividad arqueológica y por otro la contextualización legal de todo ello. También deberíamos sumar un elemento crucial en la actualidad, como es la difusión de la práctica arqueológica en un entorno digital.
Insisto en que no es posible hablar de una única Arqueología Pública. En Latinoamérica, por ejemplo, ha evolucionado en países como México, Colombia, Argentina o Brasil a proyectos muy significativos de ‘Arqueología Comunitaria’, que ha implicado la participación activa de las poblaciones locales, en la reconstrucción de su identidad, al margen del discurso colonialista dominante durante décadas.
– ¿Cómo puede participar la ciudadanía? ¿es necesario tener algún conocimiento?
– El grado de participación es muy diferente en los diversos países europeos, como resultado de diferentes marcos legislativos. En Reino Unido, es muy frecuente que la ciudadanía forme parte de diversas excavaciones arqueológicas, especialmente en el ámbito rural. En el caso español, el grueso de las actividades se ha concentrado en la integración de la población en los programas de difusión. Afortunadamente, este elemento está evolucionando hacia una mayor profundización en la que la Arqueología pública se está combinando con programas de antropología cultural.
La mayor parte de los proyectos de arqueología pública se sustentan en un programa de difusión y de aproximación de nuestro trabajo a la ciudadanía, y ese es el marco inicial. A partir de ahí, es posible desarrollar programas concretos. En mi experiencia, la intervención de la ciudadanía te asegura en muchas ocasiones reorientar estrategias en torno a lo que debemos mostrar, musealizar o difundir, convirtiendo la arqueología en una actividad mucho más horizontal y que escapa de lo académico.
– ¿Qué ejemplos de ello tenemos?
– Sin duda, España es uno de los países que está desarrollando programas más interesantes en la última década. Existen proyectos muy interesantes y heterogéneos. Me interesa mucho la aportación por ejemplo del INCIPIT-CSIC en el entorno rural de Galicia que elaboró en la última década. Existen, incluso, ejemplos anteriores, profundamente multidisciplinares, que se convirtieron en una referencia por su complejidad, como fue el caso el proyecto de restauración de la catedral de Vitoria, que acuñó el término de ‘Abierto por obras’ a principios de este siglo, bajo la dirección del profesor Agustín Azkárate. La capacidad de apoyo y participación ciudadana construida desde la explicación de los resultados a cualquier habitante de la ciudad permite entender también el consenso político que se tuvo en torno a los trabajos en Vitoria y su duración. Estos se extendieron, tanto en el templo como en otros espacios del Centro Histórico de la ciudad, durante más de una década.
La asignatura de Arqueología pública está consolidada, por ejemplo, en el ámbito anglosajón, y también en los diversos estudios de postgrado en España o en los nuevos grados de Arqueología que están surgiendo. En el caso de la Universidad de Alcalá, hay distintos equipos que de una u otra manera realizan proyectos de arqueología pública de manera concreta o transversal. Como ya he mencionado es un concepto muy amplio y, en muchas ocasiones, nuestros esfuerzos se concentran en aspectos determinados. Creo que son muy interesantes, por ejemplo, los trabajos del profesor Antonio Morales en la labor de difusión de las investigaciones que dirige en Egipto, los de la profesora Miriam Cubas centrados en la necesidad de ‘socializar’ la Prehistoria, y el proyecto de Óscar Navajas en torno a la revisión y caracterización de los ecomuseos, de los que también tiene que formar parte el discurso arqueológico.
En nuestro caso, desde el Área de Arqueología, estamos llevando a cabo proyectos con un fuerte componente de Arqueología pública tanto en Latinoamérica como en España. Uno de los proyectos más interesantes se ha desarrollado en la costa ecuatoriana, en el yacimiento de Ligüiqui (Manabí) que dirijo junto al catedrático Lauro Olmo desde el año 2018. Se trata de un gran yacimiento prehispánico de unas 2.500 hectáreas, en el que uno de los elementos centrales es la existencia de un gran complejo pesquero, y un extenso yacimiento de la cultura manteña (600-1530 d. C.). El proceso de excavación, estudio y musealización se está realizando con la participación de la comunidad local, que es la que nos indica posibilidades de desarrollo del proyecto, espacios concretos, objetivos y consecuencias en las actividades económicas, a través de un constante diálogo.
Parte de ese modelo estamos aplicándolo a nuestro proyecto de excavación en el Castillo de Uceda (Guadalajara), que iniciamos en el año 2022, donde hemos diseñado una estrategia común, con Jornadas de difusión en distintos momentos del año o la participación de la población local en actividades concretas. En la actualidad, trabajamos en la grabación y posterior difusión de cómo la ciudadanía ha vivido el espacio donde se encuentra el castillo a lo largo de su vida, y qué ha significado de nuevo en su memoria y en su presente el comienzo de un proyecto arqueológico. Por supuesto en él participan alumnos e investigadores de la Universidad de Alcalá. Por último, es necesario mencionar Recópolis (Guadalajara), que es el único Parque Arqueológico de Castilla La Mancha vinculado a la Universidad de Alcalá, y cuya musealización y status como gran complejo arqueológico tiene que ver con una apuesta cultural que implicó la participación social de la comarca del sur de la Alcarria durante los últimos 30 años, y que ha llevado a cabo el profesor Lauro Olmo.
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