Algo que se produce una vez puede ser casualidad, si son dos es costumbre, pero si ocurre más veces se convierte en tradición. De cañas en Nochebuena se ha salido en Alcalá desde siempre. Pero es en los últimos años cuando la forma y el lugar de hacerlo han cambiado convirtiéndose en toda una tradición alcalaína.
Dicho sea de paso, las cañas de Nochebuena son solo un nombre porque, en la mayoría de los casos, lo que menos se toma, sobre todo cuando va avanzando el día, son cañas.
Solo en 2020, debido al coronavirus, la gente evitó salir. De hecho, la Policía anunció que vigilaría las aglomeraciones y prácticamente no tuvieron trabajo. Parecía que en 2021 podríamos hacer algo, pero el repunte de la pandemia nos impidió juntarnos como nos gusta.
Pero, en 2022, con la nueva normalidad, los alcalaínos volvieron a echarse a la calle para celebrar uno de los días más especiales y felices del año. Las calles del centro, y los barrios, eran un hervidero de gente.
¿Cómo empezó todo?
Pero echando la vista aún más atrás, nos acordamos como en los años 80 nuestros padres acostumbraban a bajar a los bares del barrio pocas horas antes de la cena. Eran los tiempos en los que el camarero del bar casi tenía que echar a la clientela, porque si fuera por ellos no se subían ni a cenar.
Eran tiempos de duro trabajo para que nosotros tuviéramos una vida mejor que la suya y el ocio se ceñía a ir a los bares porque pocas propuestas más había en una ciudad que entonces era más industrial que cultural.
Finales de los 80 y principios de los 90
Obviamente, eso, aunque se mantuvo y aún hoy subsiste, fue cambiando y los 80 y 90 empezaron a ver cómo la gente salía más pronto. Varias fuentes nos indican que ese cambio pudo empezar en el bar Quebec de la calle Ramón y Cajal. Jacinto Vega, Manuel Valero y Manuel Alonso, los propietarios del bar, probaron a dejar abierto a la hora de comer, momento en que el todos los bares cerraban el día de Nochebuena.
Tal fue el éxito que el encargado del bar, Teo, tenía que dar al hijo de Jacinto -también conocido por regentar el estanco de la calle Mayor- cinco pesetas por botellín recogido. No había entonces ordenanza municipal que prohibiera sacar vasos o botellas de cristal a la calle, pero los dueños de los locales preferían tenerlo todo lo más recogido posible para que la clientela estuviese más cómoda.
Los jóvenes alcalaínos acudieron a la cita y el Quebec se convirtió en el centro de reunión. No tardaron otros bares de la calle Mayor en hacer lo mismo. Así que el Nino y el Coimbra, y más tarde La Panadería, se sumaron a la oferta haciendo de la principal artería alcalaína el epicentro de las cañas de Nochebuena.
Pasó lo que tenía que pasar y el salir por el centro la mañana del día 24 empezó a convertirse en tradición. La idea de mantener los bares abiertos corrió como la pólvora y la oferta empezó a extenderse más allá de los Santos Niños.
Los bares de La Zona, que entonces monopolizaban el ocio nocturno alcalaíno, se decidieron a abrir por la mañana y alrededor de las 17:00 horas eran un hervidero de gente que se juntaba para tomar algo antes de retirarse.
Los litros en vaso de cristal de la Chopera, las patatas bravas de Las Vaqueras y los botellines y botellas de sidra y cava de La Parada eran los auténticos protagonistas para después pasar a sitios como La Casona y el Naif con su agua de Valencia. Manadas de grupos de amigos tomaban las calles, y eso que la ley permitía fumar dentro de los bares, porque a los alcalaínos también ‘nos encanta tomarnos la cerveza fuera… en la calle’.
La actualidad
Pero fue el siglo XXI el que llenó las mañanas del centro de un gentío que tenía ganas de marcha desde la mañana. Ahora es la zona de la plaza del Mercado y la calle Ramón y Cajal las que se abarrotan cada Nochebuena, y Nochevieja, de jóvenes y no tan jóvenes con vasos en la mano para celebrar la entrada de las Navidades.
Se empieza en sitios como El Hidalgo, la auténtica taberna alcalaína, pero son lugares como Lola o Hanoi los que dan un ambiente increíble a esta tradición alcalaína que ahora tiene su centro neurálgico en la calle Cerrajeros.
Hace años, en la calle Ramón y Cajal era el restaurante La Rayuela quien ponía la música con DJ´s, ahora ese testigo lo ha cogido el bar Babieca que desde hace cinco Nochebuenas son los encargados de animar la mañana, y la tarde, de esta calle aledaña a Cerrajeros y que además cuenta con el bar Elena o la Taberna 7 para acoger aún a más gente y dar, si cabe, más ambiente.
Aunque hay muchas zonas del centro, como la plaza de San Diego o la plaza de los Irlandeses con la multitudinaria fiesta de Las Retintas (sede del Vespa Club Alcalá de Henares), o de otras partes de la ciudad donde los bares andan repletos. Con especial mención al magnífico Carolina del barrio Venecia.
En cualquier caso, las cañas de Nochebuena nos vuelven a llevar a tiempos pretéritos en Alcalá. Amigos a los que no solemos ver el resto del año nos recuerdan nuestras épocas de estudiantes o las noches hasta el amanecer donde quemábamos nuestra ciudad.
Felices cañas y Feliz Navidad!!!
Sigue disfrutando de Dream Alcalá:
- Telegram: Recibe nuestras noticias y contenido exclusivo.
- Notificaciones: Da de alta o de baja las notificaciones en tu navegador.
- Newsletter: Recibe cada tarde un correo con nuestras últimas noticias.
- YouTube: Suscríbete para ver nuestros mejores vídeos.
Sé tú el periodista: envíanos tus fotos o noticias a través de Telegram.