Las ovaciones que se oyeron en el Teatro Salón Cervantes el pasado 28 de Febrero no fueron casuales. Para que un público vibre y se entregue, primero debe entregarse quien se encuentra sobre el escenario.
Cuando es Teatro, el espectáculo es a través de la emoción de la palabra y de la presencia de los actores. Cuando es Música, el contacto con el público se produce a través del oído. En ambos casos, la estación de destino es la misma: el alma del espectador.
En Alcalá de Henares, la Orquesta Sinfónica Camerata Musicalis se entregó en una coreografía perfecta, amena y apasionante, como si se tratase de una compañía de teatro sonoro. Con este programa, titulado «¿Por qué es especial la Sinfonía del Nuevo Mundo?», el Maestro Edgar Martín estableció un diálogo fresco con el público y convirtió a la orquesta en un personaje que le dio réplica y que reforzó el plano teatral del espectáculo. Todo ello sin restar protagonismo en ningún momento a la magia de la Música, sino poniéndola de relieve.
El programa que propone Camerata Musicalis y que se repetirá en Torrejón el próximo Domingo, se estructuró en dos partes. Durante la primera, se juega el juego de la Música empezando por el principio: un rápido e inteligente recorrido a través de obras anteriores, contemporáneas y posteriores a las de Dvořák. Mediante anécdotas, chistes y brillantes sorpresas, Edgar Martín y Camerata Musicalis sedujeron progresivamente al público y le abrieron las puertas doradas de la Sinfonía Nº9 de Antonin Dvořák, «del Nuevo Mundo», una de las obras más conocidas por el gran público.
Se puso de manifiesto la relación de ciertos pasajes de la sinfonía con algunas bandas sonoras que forman parte de la memoria colectiva, e incluso con los espirituales negros que pudieron fascinar al compositor checo durante los 3 años que vivió en Estados Unidos. Equilibrando sabiamente palabra y Música, con historias más o menos fabuladas, se dio sentido y unidad a la obra, de manera que el oyente pudiera empatizar con el compositor. Es muy destacable el valor didáctico de este programa, aunque llamarlo «concierto didáctico» sería estrecharlo injustamente.
Tras crear tantas expectativas en el público, llegó el momento de desvelar todo el contenido de la Sinfonía, de principio a fin. Durante la segunda parte apreciamos a una orquesta y a un director a pleno rendimiento. Con una destacable honestidad musical, la interpretación de Camerata Musicalis y de su director resultó rigurosa y carente de articificio.
Una obra como la Sinfonía del Nuevo Mundo, un torrente pleno de contrastes, está recubierta de una fina membrana que permitiría pasar fácilmente del efecto sonoro al efectismo; es terreno abonado para esos falsos magos que tienden a reinventar lo que está escrito de forma magistral. En la orquestación de esta obra, Dvořák emplea una amplitud de recursos con la altura y la aparente sencillez propias de las creaciones más sublimes, y la dirección del Maestro Martín dejó que la obra se desvelase por sí misma con una dirección precisa y muy musical que perfiló perfectamente cada fraseo de la obra.
Y sí, la Música Clásica puede ser divertida. Lo es cuando se la desprende de los prejuicios que tanto daño le han hecho y que a tantas personas han privado de su alegría. Como dijo Platón, «la Música le da alma al Universo, alas a la imaginación y vida a absolutamente todo». El sábado fue reconfortante descubrir a una orquesta que rezuma vida y que la contagia.
Por eso, recomendamos a todos los que no tuvieron oportunidad de asistir en Alcalá, que aprovechen la oportunidad de su próxima aparición el domingo 8 en el Teatro José María Rodero de Torrejón.
Más información: www.cameratamusicalis.com
Texto: Juan Miguel Morales
Fotografía: Jorge Pascual
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