Dream AlcaláNoticiasNuestras uñas y nuestro pelo es más fuerte gracias a los Neandertales

Nuestras uñas y nuestro pelo es más fuerte gracias a los Neandertales


Cada vez parece más evidente que, de forma paralela al surgimiento de los Humanos modernos en el continente africano (hace al menos 200.000 años) y al desarrollo de los primeros rasgos de comportamiento moderno por parte de estos, en Europa los Neandertales comenzaron también a desarrollar comportamientos similares.

Entre ellos encontramos tecnologías, estrategias económicas y comportamientos simbólicos complejos, incluyendo probablemente la creación de los primeros grafismos rupestres en cuevas, tal como se ha publicado recientemente en un estudio con participación de la Universidad de Alcalá.

‘Por tanto, aunque quizá sea excesivo pensar que Neandertales y Humanos modernos somos esencialmente lo mismo, sí parece científicamente asentado que no solo nosotros contribuimos a la aparición de los comportamientos que, no sin problemas conceptuales o filosóficos, podemos considerar como propiamente humanos. Los Neandertales también lo hicieron’, señala Alcaraz.

Los estudios paleogenéticos están arrojando resultados espectaculares en los últimos años. Entre ellos se encuentran los relacionados con la transmisión de enfermedades al acervo genético moderno por parte de Neandertales. ‘Efectivamente parece que enfermedades como la diabetes tipo B, las alergias o el lupus e, incluso, algún tipo de depresión o las adicciones fueron inicialmente originadas en el continente europeo y transmitidas por sus habitantes del Pleistoceno superior a las poblaciones modernas venidas de África’.

Pero tampoco hay que pensar que los Neandertales tienen la culpa de que hoy padezcamos enfermedades infecciosas. ‘Nuestra especie es el resultado de una historia evolutiva compleja, y nuestra composición genética y cultural, para lo bueno y para lo malo, es el fruto de la selección natural aplicada a los seres vivos que forman parte de dicha historia.

Lo que ocurrió fue más bien un ‘cambio de cromos’, pues al igual que los Neandertales aportaron enfermedades propias de sus nichos ecológicos, los Humanos modernos llegados de África les transmitieron otras tantas, más propias de ambientes tropicales, como la tenia, la tuberculosis, la úlcera de estómago y varios tipos de herpes. Incluso se ha especulado con que estas dolencias, para las que los Neandertales no presentaban resistencias, contribuyeron a su desaparición’.

No todo va a ser malo. Según estudios recientes, es muy probable que la contribución genética neandertal permitiera a los Humanos modernos desarrollar adaptaciones más exitosas a los ambientes rigurosos de la Europa glaciar, tales como una mayor fortaleza de la piel, las uñas o el pelo. Tampoco conviene descartar aportaciones culturales en este sentido, dado nuestro conocimiento actual de los desarrollos tecno-económicos y simbólicos neandertales.

No obstante, las diferencias anatómicas entre Neandertales y Humanos modernos siguen siendo evidentes, si bien su significado en términos evolutivos y adaptativos parece no implicar una diferencia tan grande como se creía.

‘De la misma forma, el registro arqueológico de la llamada transición entre el Paleolítico Medio y el Superior, momento en el que los últimos Neandertales desaparecen del continente europeo y los Humanos modernos se quedan solos en el planeta, resulta aún poco resolutivo como para concluir qué papel jugó nuestra especie en la desaparición de los Neandertales, o cuál fue la contribución de éstos al desarrollo de los comportamientos complejos del posterior Paleolítico Superior’.

Mucho por descubrir

Como señala el investigador de la UAH, desde la definición de los Neandertales en el último tercio del siglo XIX, coincidiendo con la polémica suscitada por la publicación de ‘El origen de las especies’ de Darwin, su naturaleza biológica y capacidades culturales han sido objeto de polémica.

‘Hasta mediados del siglo XX fue mayoritaria la interpretación de los Neandertales como seres esencialmente inferiores a nosotros, animalizados, troglodíticos y bestiales. Esto no solo se debió a la parquedad del registro arqueológico y paleoantropológico con el que se contaba entonces, sino también a la influencia de prejuicios e ideologías socio-políticas y religiosas, que determinaron que solo Homo sapiens había sido capaz de desarrollar comportamientos verdaderamente humanos’.

En la segunda mitad del siglo XX las cosas empiezan a cambiar, no solo porque las influencias externas a la ciencia comenzaron a suavizarse, sino porque el registro arqueológico y paleoantropológico, así como las nuevas técnicas para conocerlos, comenzaron a ofrecer una visión distinta. ‘Desde entonces, y con más fuerza a partir de los años 1990, la tendencia general ha sido la de reconocer una cercanía entre Neandertales y Humanos modernos mayor de la asumida tradicionalmente, tanto en capacidades culturales como en biología.

El control del fuego, la producción de tecnologías líticas y óseas complejas, o el uso de adornos corporales y prácticas funerarias son comportamientos que hoy en día son reconocidos por la mayoría de investigadores como propios de los Neandertales. Asimismo, tras la publicación del primer borrador del genoma neandertal en 2010, que certificó la existencia de procesos de hibridación entre Neandertales y Humanos modernos, las diferencias entre ambos grupos humanos fueron de nuevo reducidas’, señala el investigador.

No obstante, a pesar de las extraordinarias contribuciones de la paleogenética en los últimos años, se trata de una ciencia joven y con mucho camino por recorrer. ‘Aunque parece que se han asentado ya algunos cimientos inamovibles, como la existencia de procesos de hibridación entre Neandertales y Humanos modernos, el alcance y las implicaciones de estos procesos aún no está del todo claro.

Además, tampoco está todavía claro, y esto es clave, el contexto cronológico en el que se produjo la desaparición de los últimos Neandertales y el asentamiento en todo el continente europeo de los Humanos modernos.

Hoy sabemos que ambos grupos humanos convivieron durante milenios en Próximo Oriente y muy probablemente en Europa oriental, donde se dieron los procesos de mezcla genética. Sin embargo, no está tan claro que convivieran en el occidente europeo. Los estudios paleogenéticos no han encontrado aún evidencias de mezcla genética, por lo que no podemos descartar que algunos de los últimos Neandertales en realidad no tuvieran contacto con las poblaciones modernas’, matiza el investigador de la UAH.

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