La prensa tiene un papel indudable en la sociedad. Desde los grandes medios de comunicación internacionales hasta los más modestos digitales de ámbito local, todos tenemos un fin y un objetivo, una finalidad, que es la del servicio público.
Nos debemos a nuestra audiencia, por modesta que sea, y nuestra obligación al levantarnos cada mañana debe ser dar lo mejor de nosotros para informar y comunicar a nuestros lectores la información más relevante, a ser posible con objetividad, pero siempre con ética profesional.
Pero por otro lado tampoco debemos olvidar que un medio de comunicación, ya sea televisión, radio, prensa escrita o prensa digital, también es un negocio. Una actividad empresarial que debe ser económicamente rentable para poder ser viable, sostenible en el tiempo. Para poder “dar de comer” a los que trabajan en ella y garantizar su futuro.
Por eso existe una inevitable competencia entre los medios de comunicación: Washington Post vs The New York Times, Atresmedia vs Mediaset, Ondacero vs Cadena Ser, y así indefinidamente hasta llegar al ámbito local.
La competencia es algo inevitable en nuestra sociedad. Allá donde se detecte un espacio vacío y una oportunidad de negocio, aparecerá un emprendedor dispuesto a llenarlo y rentabilizarlo.
Pero es que además la competencia es buena. Hace que los medios estemos despiertos y no nos durmamos en los laureles. Que vigilemos a nuestros competidores y aprendamos de ellos cada día, tanto de sus éxitos como de sus fracasos.
El beneficiario es la audiencia (el lector, oyente o televidente) que se beneficia de unos medios cada día más ágiles, innovadores y despiertos. Hay medios de todas las clases y colores, y es la audiencia la que al final elige cuál es el que más simpatía y credibilidad le suscita, el que mejor conecta con sus gustos y preferencias personales.
Por eso es sorprendente, y volvemos aquí a nuestro ámbito más local, ver cómo actitudes tan burdas como el plagio de contenidos, el tan manido “copia/pega”, puede utilizarse como estrategia a largo plazo para conectar con la audiencia y fidelizarla.
La audiencia no tiene un pelo de tonta. Y generalmente no lee un único medio, consume la información en función del interés que le suscite. Hoy te lee a ti y mañana a tu competencia. Y en muchos casos a los dos al mismo tiempo.
Por eso es mal negocio engañar a tu audiencia plagiando contenidos de otros medios con la intención de “estar en la brecha informativa”, cuando en realidad no has estado allí.
Podrás engañar a algún lector, quizás a muchos en algún momento puntual, pero sin darte cuenta te vas creando una fama en el sector en el que cohabitas, y entre tu propia audiencia.
La prensa en Alcalá de Henares no pasa por un buen momento. La prensa escrita todavía está de duelo por la muerte del Diario de Alcalá (el de papel, el que era realmente “diario”, ese de los buenos tiempos) y lucha contra la inexorable e imparable pérdida de lectores en favor de los medios online.
Y estos segundos, los digitales, en muchas ocasiones no han sabido encontrar todavía esa línea editorial y esa viabilidad económica en un nuevo ecosistema en el que el lector es ubicuo e infiel por naturaleza, y el anunciante a menudo receloso del paso a la web.
En definitiva, hay que tratar de ser el mejor cada día, luchar noticia a noticia por conectar y cautivar a tu audiencia, y convencer con datos al anunciante para que se decida a ligar su propia imagen con la tuya.
Por eso suena ridícula la estrategia de copiar contenidos de otros para ganarse la confianza de los tuyos. Quizás sea que tras esa forma de actuar no existe una línea editorial definida. Quizás tampoco existe un plan de negocio, una estrategia para rentabilizar esa actividad empresarial, más allá de tratar de publicar noticias sin ton ni son y conseguir algunos Likes en Facebook.
Alcalá de Henares necesita una prensa mejor. Se la merece, y además hay hueco para ella. Pero también hace falta dejarse de juegos y atajos, y tomarse las cosas en serio.
Como dijo Lincoln, “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo… se puede engañar a algunos todo el tiempo… pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.