En esta primavera plagada de comicios la pregunta es
¿estamos concienciados de la importancia de las elecciones al Parlamento
europeo, que son las que más lejos están de nuestra casa?
Hay que partir del hecho de que los ciudadanos españoles somos,
en términos generales, de los más ‘eurosatisfechos’ de la Unión Europea, tal y
como lo demuestran los últimos resultados publicados en el Eurobarómetro de
esta primavera: mientras que la media europea de satisfacción se sitúa en torno
al 61%, un 69% de los españoles perciben el proyecto europeo como algo positivo
y tan solo un 6% muestra su abierto rechazo al mismo.
Medido en términos de beneficio, el 68% de los encuestados
en toda la UE creen que les beneficia que su país forme parte de Europa. En el caso
de España, nos situamos también por encima de la media, con un 75% de
encuestados que consideran que nuestro país se ha beneficiado de esta
membresía.
Índice de participación en cuotas históricas
La coincidencia con otros comicios, un arma de doble filo:
más allá de esa ‘eurosatisfacción’, el hecho de que las elecciones europeas
coincidan con las municipales y algunas autonómicas puede ayudar a repuntar el
índice de participación. Lozano estima que ‘posiblemente, el índice de
participación en las elecciones europeas pueda elevarse a cuotas históricas,
rompiéndose así esa tendencia a la baja de los últimos años. Al menos en
España.
Ahora bien, esta coincidencia no está exenta de riesgos,
porque se puede convertir en un arma de doble filo. Uno de los mayores peligros
que esta apuesta conlleva es la de que no se vote en clave europea. La
coincidencia y superposición de mítines y debates electorales, el hecho de que
hayamos acudido a las urnas hace poco, o la tan temida mezcolanza de discursos
y promesas políticas, son factores que pueden terminar desvirtuando los
resultados’.
Para evitar ese riesgo, el experto de la UAH recomienda
cabeza fría ‘tratando, en la medida de lo posible, de no dejarnos arrastrar por
el insaciable agujero negro de los asuntos nacionales, autonómicos o locales.
Hay que tener muy claro que no es lo mismo votar en clave local o autonómica
que hacerlo en clave europea. Los problemas y retos son distintos, por lo que
las soluciones también deben de serlo. El deslinde es esencial’.
¿Por qué votar en estos comicios, qué nos jugamos?
En su opinión nos jugamos mucho. ‘El Parlamento europeo no
ha parado de incrementar su poder e influencia en el marco de los asuntos
europeos, tanto desde el punto de vista institucional como político. Algo del
todo lógico, habida cuenta de que es la única institución cuya composición es
íntegramente elegida por los ciudadanos europeos mediante sufragio directo,
siendo el órgano que mejor encarna los ideales y el principio de la
democracia’.
Desde la perspectiva coyuntural también hay mucho en juego.
‘En los próximos años la UE deberá tomar muchas e importantes decisiones.
Algunas de ellas marcarán nuestro futuro a corto, medio y largo plazo y en
buena parte de ellas, el Parlamento Europeo tendrá la última palabra’.
La lista es muy larga: el Brexit, el creciente movimiento
nacional-populista (contrario al proyecto europeo), los rescoldos de la pasada
crisis económica y social, el terrorismo, la crisis demográfica, los flujos
migratorios descontrolados, el debilitamiento de la alianza euro atlántica, las
rivalidades comerciales, las nuevas amenazas estratégicas de carácter
tecnológico y militar, la lucha contra la pobreza, la degradación ambiental y
la desinformación o la elaboración y gestión del próximo presupuesto plurianual
son tan solo algunos ejemplos.
La integración europea no garantiza una prosperidad
compartida
Y, más allá de los asuntos coyunturales, la lista de retos
futuros también es interminable: ‘el proyecto que puede resultar más
interesante y atractivo es el de la Europa social. Si algo hemos aprendido de
la pasada crisis económica, es que la integración europea no garantiza una
prosperidad compartida y que sin prosperidad compartida la desafección aflora y
se contagia, se extiende como un virus letal entre la ciudadanía generando
problemas todavía mayores. Para combatir y evitar este fenómeno, Europa debe ‘reconciliarse’
con sus ciudadanos. Nuestros líderes y representantes deben volver sus ojos
hacia la ciudadanía y poner en marcha y potenciar nuevas políticas e
instrumentos que garanticen y velen por nuestro bienestar’, señala Lozano.
En este ámbito, los proyectos y decisiones más ambiciosos
que ya se encuentran sobre la mesa de las principales instituciones de la UE
son, según indica el director académico,
la fijación, por ley, de un salario mínimo interprofesional a nivel
europeo (el SMI solo existe en 22 de los 28 Estados miembros); ayudas para
elevar las tasas de natalidad, incrementar las políticas de empleo (invirtiendo
más en educación, I+D+I), la creación de una unión fiscal o la dotación de un
fondo europeo de contingencia para hacer frente, en caso de crisis, al pago de
pensiones o a prestaciones de desempleo en la eurozona son algunas de estas
medidas.
El director académico del Centro de Documentación Europea de
la UAH hace una última recomendación: antes de depositar el voto en la urna
europea, los ciudadanos debemos procurar repasar cuidadosamente el programa
específico que las distintas formaciones políticas han elaborado para estas
elecciones, dado lo mucho que nos jugamos en Europa.