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Pedro Soria: «Trabajar en Paradores es toda una aventura, por eso no te planteas cambiar»


Nos encontramos en el claustro del Convento de Santo Tomás, el corazón del Parador de Alcalá, con Pedro Soria, su director. Para él son días de celebración porque, a sus 68, cumple 50 años como empleado de la red de Paradores de Turismo de España.

Su historia es la del joven que entra a trabajar de botones en un hotel y sube desde la recepción a la planta más alta, para ocupar el cargo de director. Pedro Soria es un jienense de Bailén que empezó en las oficinas del Parador de Hondarribia, a 800 kilómetros de su casa, con apenas 17 años. Allí ayudaba en las cocinas o en la recepción, «lo que hiciese falta», nos relata.

De ahí a viajar por toda España, siempre como empleado de Paradores, y convertirse en uno de los grandes nombres del sector hotelero de nuestro país. Tuvo su primer contacto con Alcalá de Henares siendo director regional. Una ciudad a la que ayudó a crecer turísticamente y donde vive con su familia desde que lo nombraron director del Parador de Alcalá en el año 2007.

Entonces -recuerda- «teníamos que hacer ver a los clientes y a los turistas que Alcalá era historia, cultura, patrimonio, que valía la pena venir a visitarla». Pedro Soria es historia de Paradores, pero también lo es un poco de Alcalá de Henares.

Pedro Soria, 50 años como trabajador de Paradores ¿Cómo empezó todo?

Es cierto que no es muy normal, pero afortunadamente he tenido el privilegio de poder disfrutar durante 50 años de este trabajo y de esta empresa.

Soria nos cuenta que todo empezó cuando tenía 17 años y estaba estudiando en Bailén (Jaén) que siempre ha sido un pueblo que ha aportado muchísimos trabajadores a la red de Paradores. «Teníamos allí un albergue que, aunque no lo hacía oficialmente, funcionaba como una especie de escuela de la empresa».

Además, en aquellos años se habría un Parador «un día sí y otro también», por lo que se necesitaba mucho personal, sobre todo de la parte de cocina y comedor. Se formaban allí durante muy poco tiempo y, automáticamente, salían plantillas enteras hacia determinados paradores.

En la mayoría de Paradores había mucha gente de Bailén y nos conocíamos unos a otros y así fue como entré yo. Cuando estaba estudiando el antiguo COU salió una vacante en oficinas y sin saber siquiera lo que era Paradores, me vi en Hondarribia, que todavía se llamaba Fuenterrabía. Es decir, con 17 años estaba a 800 kilómetros de mi casa. Llegué a un castillo imponente en el que me encontré con compañeros de Bailén que me acogieron para comenzar esta andadura de 50 años.

¿En qué momento se da cuenta que va a seguir en Paradores toda la vida?

Creo que no hay un momento en el que digas «mi vida ya va a seguir siempre en Paradores». Pero esta es una empresa que, si tú quieres y trabajas, te da muchas oportunidades de promoción. Y mi historia es como la del muchacho que entra de botones a un banco y va haciendo y aprendiendo de todo. Llegué y trabajaba en la oficina, pero también ayudaba en recepción o en el comedor, y esa fue mi escuela y mi formación.

Así que, dentro de mis posibilidades, siempre quise intentar llegar a las categorías más altas, siendo hoy ayudante, pero queriendo ser oficial de oficina mañana y pasado mañana contable y más adelante, a lo mejor, la empresa me daba la oportunidad de ser director, como luego efectivamente se produjo.

¿Conoce algún caso parecido en Paradores?

Esta es una empresa en la que el concepto de antigüedad tiene mucha consistencia. De hecho, aquí se establecen unos premios para homenajear a los trabajadores. Cuando se crearon, vieron que eran tal la cantidad de empleados con antigüedad que pusieron el límite en 33 años. Somos una empresa singular y diferente en el sector. Cuando hablas con otros compañeros de empresas y cadenas hoteleras les llama tremendamente la atención que seamos un personal con tanta antigüedad.

Y eso que, antes sobre todo y quizá ahora menos, para poder ir ascendiendo era condición obligatoria el cambio a otro Parador, de donde salía una vacante superior. Por lo que, sobre todo cuando eres más joven, tenías la oportunidad de conocer otros paradores, otras ciudades y otras formas de trabajar. Era muy divertido pensar que hoy podías estar aquí, mañana en Bielsa y al día siguiente en Teruel.

Y todo eso en aquella España en la que mis primeros 17 años pasaron en Bailén con los estudios y que, como mucho, había ido alguna vez a Málaga o a Granada porque las limitaciones de viajes eran algo también evidente. De ahí, pasas a tener un salario y una libertad, además de la posibilidad de ascender, cambiar y conocer otras ciudades. Es toda una aventura. Por eso, quizá, no nunca te planteabas cambiar de empresa, sino ascender dentro de la misma.

Historia de Paradores, pero también historia de Alcalá porque Pedro Soria llega a la ciudad con la apertura del Parador

Llego en diciembre de 2007 porque el Parador de Alcalá era una obra tan potente, que no teníamos una fecha exacta de cuándo se iba a inaugurar. Pretendíamos que se hiciera lo más pronto posible, porque entendíamos que este Parador necesitaba incorporarse cuanto antes a la red.

A la obra todavía le quedaba algún tiempo y aunque la inauguración oficial se fue hasta julio de 2009, es verdad que ya, desde septiembre de 2008, había unas partes más terminadas y comenzamos a trabajar poquito a poco hasta la inauguración oficial.

50 años de Pedro Soria en Paradores

¿Cómo era entonces Alcalá?

Muy diferente a lo que es ahora. Durante alguna etapa de mi vida laboral fui también director regional de Paradores en la región centro-este, a la que pertenecía La Hostería del Estudiante. Estamos hablando de 2004/05, cuando me desplazaba alguna vez a Alcalá, y debo decirte que mi sensación como concepto hotelero no era de las mejores. Ni incluso, como ciudad.

Pero después llegó la inauguración del Parador y creo que eso ayudó para que, tanto turística como conceptualmente, llegase una recuperación de la ciudad como la que hemos vivido en estos 13 o 14 años. Ha sido impresionante y yo creo que Alcalá debe sentirse muy orgullosa del trabajo que se ha llevado a cabo en todos esos aspectos, incluido, por supuesto, el concepto de turismo.

¿Qué supuso la declaración de Alcalá como Patrimonio de la Humanidad?

En aquellos años venías Alcalá y, si te tenías que quedar una noche, te costaba encontrar alojamiento. Estaba el hotel El Bedel y poco más que algunos hoteles de los polígonos industriales. No sé por qué razones, a pesar de la declaración, Alcalá no había entrado en el mundo del turismo ni lo consideraba esencial para el desarrollo económico de la ciudad.

De ahí la importancia de Paradores. En Alcalá es, quizá, quien marca el criterio para que otras muchas cadenas hoteleras se acerquen a la ciudad y vemos que ahora, a nivel de tres y cuatro estrellas, tenemos mil habitaciones ya disponibles. Afortunadamente, muchos días con una ocupación muy alta.

La Hostería, el edificio del Parador, las magníficas cifras del establecimiento en la ciudad… ¿Cómo puede mejorar el Parador de Alcalá?

Sin duda, creo que el Parador va a seguir mejorando siguiendo la misma línea que el turismo, la hostelería y la ciudad. Cuando nos reunimos con nuestros compañeros y hablamos de turismo, decimos que lo mejor está por llegar. En Alcalá se han hecho cosas importantes y temas relevantes a consecuencia del título de ciudad Patrimonio de la Humanidad. Eso nos ha dado una referencia y unos socios que hacen que el turismo exterior nos vea que jugamos en Champions League, hace tiempo que no estamos en divisiones inferiores.

Ahora, nos movemos en ese concepto importante del turismo y creo que esa es la senda de los trabajos que se han hecho en la ciudad. Por ejemplo, la recuperación de las calles con este concepto semipeatonal de todo el centro histórico, va a ayudar a que Alcalá siga mejorando.

Y el Parador de Alcalá quiere ser ese buque insignia dentro de Paradores, pero también una referencia en la ciudad. Nosotros lo tuvimos claro desde el primer momento. Ahora vemos con distancia el año 2009 que fue una época complicadísima en cuanto a la gestión y la puesta en marcha de un Parador de 14.000 metros cuadrados de planta y más de 30.000 metros construidos, en los que pretendíamos trabajar con empresas en reuniones y convenciones. Y eso abriendo en plena crisis financiera. Eran unos años muy complicados en los que recuerdo una Alcalá vacía los fines de semana, o durante la Semana Santa y los puentes.

Alcalá era entonces ese concepto de parque temático en que la gente venía por la mañana, se tomaba unas cañas y por la tarde se volvía a su ciudad. Plantearse entonces que la gente viniese de otros puntos a pasar la noche, era poco menos que imposible.

Por eso tuvimos que hacer un trabajo con los organismos, las entidades y los compañeros de turismo de la ciudad. Teníamos que hacer ver a los clientes y a los turistas que Alcalá era historia, era cultura, era patrimonio, que valía la pena venir a visitarla y, sobre todo, que se daban las condiciones para venir y alojarte uno o dos días en una ciudad que se puede disfrutar.

Ahora estamos viendo que hay clientes que vienen a Madrid y deciden quedarse en Alcalá a dormir. Ese es un salto cualitativo en nuestro turismo y el Parador se siente contento y orgulloso de formar parte de ello.

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