La depresión es la novena enfermedad crónica (con más de tres meses de duración) más frecuente en España entre la población mayor de quince años, además, supone la principal causa de discapacidad a nivel mundial.
La Organización mundial de la Salud (OMS) calcula que el 25% de la población tendrá algún tipo de problema de salud mental a lo largo de su vida. El suicidio es la segunda causa de muerte en personas de 15 a 29 años. Según la Encuesta Europea de la Salud en España, 2 de cada 10 personas han sentido un aumento de la sensación de decaimiento y un descenso del interés por las cosas durante la pandemia y 1 de cada 3 personas reporta altos niveles de angustia.
Resulta evidente que con estos datos hablar de salud mental es necesario si queremos avanzar y mejorar en lo que a salud tanto individual como social se refiere.
“La salud es un estado de completo de bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de afecciones o enfermedad”, según la OMS. Esta definición, además de colocar a la salud mental en un plano principal, aleja la concepción de la salud como la no-enfermedad. En este sentido, debemos entender la salud mental y su cuidado como algo más que la ausencia de trastornos.
Durante muchos años, todo lo relativo a la salud mental y al cuidado de esta han sido tratados como un tema tabú, estigmatizando a aquellas personas que por el motivo que fuera acudían a terapia, quedando este espacio reservado para “locos y locas” “débiles” o “inestables”, entre otras muchas etiquetas con connotaciones negativas. De esta manera, algo que en otras especialidades del cuidado de la salud es visto como algo cotidiano, acudir a terapia definía no solo lo que las personas eran y sino lo que valían. Quizás debido a esto, aún hoy en día hay que luchar contra muchas creencias asociadas al trabajo psicológico y a la búsqueda de ayuda profesional para mejorar la calidad de nuestra salud.
Posiblemente debido a la pandemia y las consecuencias psicológicas que esta ha tenido (y está teniendo) en gran parte de la población, la salud mental se postula como uno de los principales temas de debate lo que abre la puerta a desestigmatizar el papel de la terapia. En este camino hacia la normalización y visibilización del trabajo psicológico, es importante saber que la psicología es una disciplina científica que cuenta con evidencia sólida y que cuando se lleva a cabo por profesionales cualificados permite aprender estrategias y herramientas que nos ayuden a mejorar nuestra salud mental y por tanto la salud general.
En resumen, ir a terapia o pedir ayuda no nos define, no nos hace más valientes ni más débiles, simplemente nos identifica como personas que quieren sentirse bien, que quieren tener salud.
Dña. Laura Pineda Rebollo
Psicóloga en Centro Médico Complutense (Grupo Virtus)
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