Dream AlcaláExposicionesSIN CENSURA. Fotogramas de Darío Carreto

SIN CENSURA. Fotogramas de Darío Carreto


Exposición «SIN CENSURA. Fotogramas de Darío Carreto». Del 12 de septiembre al 26 de octubre en la sala La Capilla del Antiguo Hospital de Santa María la Rica de Alcalá de Henares.

Como apunta Cannon Bernáldez en el catálogo editado para la ocasión “…En pleno siglo XXI y ante la vorágine del Photoshop, Carreto regresa a viejas técnicas de fotocollage. Dibuja, recorta y pega para dar vida a sus escenografías con seres irreales solo para compartir esa necesidad humana de preservar nuestra memoria y el tiempo”.

La exposición permanecerá abierta hasta el 26 de octubre en la sala La Capilla del Antiguo Hospital de Santa María la Rica en horario de martes a domingo de 11:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 horas (lunes cerrado). Entrada gratuita.

A continuación reproducimos el texto que Carmen Carreto, presidenta de la asociación cultural Libros y Más, ha escrito para el díptico que acompaña a esta exposición:

Recreación visual

Siempre me pregunto cuando me pongo delante de un cuadro, de una escultura o de cualquier obra de arte, cómo el autor ha llegado a concebirlo, cómo ha sido ese camino de creación, si existe eso llamado inspiración o simplemente comienza teniendo una idea, pero sin tener conciencia en su interior de la totalidad de ella.

En estos días que estoy compartiendo mi tiempo con un artista las 24 horas del día, desde que amanece hasta despedirnos cuando me voy a dormir, he tenido la oportunidad de llenar ese espacio de mi curiosidad y he llegado a ver y vivir paso a paso como este artista crea una de sus obras de arte, ésta a la que me refiero en este ensayo ha durado cuatro días completos, pero no quiero decir con ello que todas sus obras se realicen en ese tiempo.

El arbol de Corazones

Primer día

Inicié escribiendo este ensayo en su estudio, detrás de mí estaba él, pensando; la típica postura del codo en la mesa y una mano en la frente y en la otra un cigarrillo, nos hablábamos, más bien yo le contaba cosas y el asentía o me contestaba mmm… ajá… sí… no… hasta que giré mi cabeza y vi que no me estaba haciendo caso y que en su mano izquierda tenía una foto muy bonita como de un antiguo edificio abovedado, la miraba fijamente, pero con todos los síntomas de ver algo a través de ella, que yo por más que me fijaba no veía; como si estuviera intuyendo alguno de sus mundos imaginarios. Yo seguí un rato más con mi escrito pero con el rabillo del ojo miraba para ver qué pasaba al lado. Un rato, otro rato más y después movimientos de papeles, en su mesa de trabajo mon­tones de fotos, recortes, hojas de diferentes tamaños con distintos motivos empezaron a cobrar vida; se puso de pie salió al pasillo, regresó, vuelta a sentarse, otro cigarro, hablar entre dientes cosas que no le entendía, encender el ordenador, la impresora, vuelta a coger la foto y llegar hasta la ventana para verla al trasluz, etc. Yo ya no escribía, dejó de interesarme lo mío para sentir lo suyo, intuía que debía estar atenta pues parecía el principio de algo que se estaba gestando. Como seguía sin hacerme caso, salí y me puse a leer. A media mañana, después de desayunar y haber platicado a intervalos, me acerqué y le pregunté ¿Qué estás haciendo?, -aquí tratan­do de encontrar el ambiente conductor de este cuadro, lo tengo en la cabeza pero necesito visualizar el espacio, el contexto, más o menos lo tengo pero necesito más cosas-.

Como en un par de horas volví a entrar en el estudio y miré por encima de su hombro. Esa foto primera la vi convertida en un escenario con varias bóvedas, unos arcos con columnas, unas escaleras a ambos lados y de fondo unos ventanales. Quedé atónita. Volví a salir y seguí leyendo.

A primera hora de la tarde, me senté de nuevo en mi escritorio a ver mis correos y ahí seguía él muy metido en su mundo, dibu­jando, coloreando, recortando y con algunas fotos de cielos y estrellas. Cuando terminé de hacer unas llamadas y de revisar mis correos, volví a salir para seguir leyendo.

Al rato, ya la tarde declinaba, se acercó con su escenario ese tan bonito y me lo enseñó -¿te gusta madre, que te parece?, -le había calado los ventanales y quedaban increíbles, me mostró unas fotos con cielos estrellados y otros con nubes, los dos muy sugeren-tes….- ¿cuál te gusta más para poner debajo de las ventanas abiertas?- me puso una y otra y le dije que me gustaban las estrellas que le daba más misterio. Siguió con su soliloquio (habla mucho cuando está absorto en su trabajo), que yo oía desde el rincón del sofá donde estaba leyendo.

Segundo día

Buenos días cariño ¿te quedaste hasta muy tarde anoche?, -creo que eran las dos cuando me acosté, tu ¿has dormido bien?- …muy bien… -Te apetece un café-… ¡claro!, y yogur con miel, tostadas y zumo.

Después nos subimos al estudio los dos, cada uno a sus cosas. Lo primero que hice fue mirar de soslayo lo que tenía Darío en la mesa: muchas fotos esparcidas con mujeres rubias y morenas en varias posturas, con unas caras muy bonitas; alas, unas de aves y otras que me parecieron de ángeles, blancas, de colores, grandes, pequeñas; algunas figuras de hombres vestidos, desnudos en varias posturas y otra vez quede sorprendida, no puedo explicar bien lo que sentí, esos mundos que entreveía pero que no comprendía que hacían ahí.

Me senté a seguir con mi ensayo pero tenía como una especie de presentimiento, como si estuviera al inicio de participar en el naci­miento de una cosa hermosa, cada vez que veía esas imágenes trataban de decirme algo, como si fueran varios elementos dispersos esperando que alguien les diera vida, los pusieran en el lugar adecuado para que tuvieran sentido.

No hice ningún comentario porque entendí que no serviría de nada, él andaba en ese mundo suyo en el que es difícil entrar, hablan­do de sus cosas a sus hados o a la atmósfera, quién sabe si alguien le conteste en su cabeza.

Estuvimos toda la mañana cada uno en su rollo, yo tranquila del sillón del ordenador al sofá de la lectura, él dando vida a sus per­sonajes, muy centrado en la que hacía, eso sí, siempre con un fondo musical dependiendo del momento y hora pero todo él muy motivador.

Se incorporó a nosotros una amiga fotógrafa, estupenda, con la que comimos, hicimos sobremesa, hablamos del mundo del arte, de una exposición que acaba de presentar en una Galería, de la dura vida del artista en estos tiempos difíciles, convulsos y el com­promiso de los recreativos en dejar huella de ello a través de sus creaciones, en fin, una buena velada tomando un sabroso café. En la tarde, Darío subió al estudio pues algo de lo que traía en su cabeza le impulsó a hacerlo y se perdió en su mundo en el que nosotras no participamos, únicamente le oíamos su monólogo que duró hasta bien entrada la noche.

Tercer día

Amanece un día precioso con sol, menos mal que la lluvia nos ha dado un respiro. Desayuno riquísimo, charla distendida, besitos de por la mañana, despedida de nuestra amiga y nosotros al estudio, yo a ver correos y Darío a pelearse con la fotocopiadora pues esa mañana no funcionaba bien y se impacientaba porque no podía seguir.

Por fin, después de varios intentos con papel atascado incluido, parece que la máquina se ha sentido aludida y ha escupido algo, no sé el que, pero le ha hecho muy feliz. Miro por el rabillo del ojo y le veo bailar al son del grupo DireStraits. Ahora está callado, lleva un rato así muy concentrado recortando, pegando, dibujando, lo que la máquina le ha dado y parece que tiene entretenimiento para rato. Me pregunta mi opinión sobre lo que ha estado haciendo en este tiempo de tranquilidad y de nuevo la sorpresa acude a mis ojos, son una serie de tiras con jaulas en cada una de ellas en distintas posiciones que van superpuestas a unos cielos de un intenso color azul y unas nubes en movimiento increíbles que parecen salirse del perímetro del cuadro. Está satisfecho, pone de nuevo música y enciende un cigarro.

Le dejo tranquilo, leo mi libro, escucho música y de vez en cuando le visito sin hablarle, únicamente miro por encima de su hombro y veo como los personajes están tomando su lugar en ese escenario maravilloso creado por el artista.

Cuarto día

Nuestra rutina diaria se cumple rigurosamente, besos mañaneros, desayuno, charla y subida al estudio de nuevo. Mañana entretenida para el artista. Su música, sus monólogos, salidas al pasillo, cigarros a medio fumar y al final de la mañana canturreo al son de la música.

En la tarde me invita a entrar y me muestra lo que ha estado haciendo toda la mañana. Ahora sí, miro sin disimulo y mis ojos y mis sentidos se estremecen de emoción. Los personajes, mujeres y hombre, han tomado su lugar en ese universo fantástico; un edificio por encima de las nubes, éstas a los pies del barandal donde están ubicados los protagonistas, tres mujeres y un hombre, los cuatro mitad humanos, mitad pájaro; del edificio penden una serie de jaulas que cuelgan entre las nubes y unos mensajes que nos indican lo que el artista transmutado en su obra nos cuenta:

…-”cuando nacemos no sabemos que somos libres, que nos dieron alas, que está en nosotros soltar las ataduras, las cadenas que nos hemos impuesto para poder volar… todos lo podemos hacer, todos tenemos ese don”-…

…-“¿Porqué nos da tanto miedo ser libres de nuestro destino?, él existe pero no está escrito… nosotros somos los autores de nuestras vidas”-…

Después de observar el cuadro con casi un atisbo de reverencia, me quedo callada, pienso y me pregunto muchas cosas. ¿De qué mundo interior, de que rincón de la psique, de que otras vidas vividas, puede emerger esta creación pensada y sentida cuanto tiempo antes?; no cabe duda que una vez que el artista se pone a crearla, ya la trae desde hace tiempo en su interior, ya la ha sentido, ya ha tenido los espasmos el dolor para parirla y darle vida.

Ese maravilloso momento, ese parto creativo he tenido el privilegio de sentirlo paso a paso y verlo aparecer, de tal forma que me siento una persona afortunada pues he podido llenar mis dudas e intuir lo que puede haber detrás de una obra de Arte: un ser humano con la capacidad de sentir y transportar al espectador a un mundo donde ambos ponen sus sentimientos.

Por fin he podido terminar mi ensayo, hoy día 20 de julio del 2014 ha nacido la criatura llamada “APRENDIENDO A VALORAR EL VALOR QUE TODOS TENEMOS DE VOLAR” por el artista Darío CARRETO, en la ciudad de México D.F. del año 2014.

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