Álvaro Alda estaba en su casa confinado. El trabajo, aunque le ocupara la mayor parte del tiempo, no era eterno, y el impedimento de salir al exterior hacía que su cabeza diera vueltas durante horas interminables. Entonces, el confinamiento provocado por la Covid-19 le dio una idea: crear un videojuego. El resultado de este proceso es La Vacuna, un proyecto personal del antiguo alumno del Grado en Ingeniería en Tecnologías de la Telecomunicación, impartido en la Escuela Politécnica Superior, de la Universidad de Alcalá que ha llegado a más de 700 descargas teniéndolo a él como único responsable.
«Durante la cuarentena, me apetecía hacer algo más interesante. Tenía mucho tiempo libre y se me ocurrió hacer un videojuego, que además ayudara a crecer mi portfolio», explica el desarrollador. A sus 27 años, Alda desempeña su labor en la empresa de servicios para móviles Lab Cave, pero encuentra momentos para dar rienda suelta a su imaginación y habilidad tecnológica. Nacido a principios de los 90, en la mente del joven aún resuenan los mandos de las máquinas recreativas donde se popularizaron videojuegos que lo inspiraron, como Asteroids: «Pensé en temas actuales y, por supuesto, tenía que ser el virus».
El juego ayuda a redirigir la frustación, apunta con ironía el ingeniero, puesto que la finalidad es ir eliminando a los virus que han provocado una pandemia de consecuencias catastróficas. El proceso técnico lo explica en una serie de pasos que van desde la concreción de la idea -de qué se trata, qué objetivos tiene, cómo realizarla, en qué género se clasifica- hasta el diseño de un placeholder, en el que se plasma una versión primigenia del videojuego que incluye los personajes, escenarios, entre otras cosas. Después, le sigue la elaboración de los gráficos 3D y la mezcla de todos los componentes para la presentación al público con el uso de programas como Slender, Adobe Audition, Unity o Visual Studio.
Una industria con un impacto de más de tres mil millones de euros
Gracias a las reacciones de sus amistades, e incluso de su padre, Álvaro pudo recopilar opiniones de La Vacuna: «Las impresiones fueron buenas y, tras ese proceso, lo normal es tener equipos en la empresa donde lo desarrolles que hagan un control de calidad y, después de testearlo, meterlo en tiendas». Así, vendrán las decisiones relacionadas con la publicidad para intentar monetizar el esfuerzo realizado. En su caso, el desarrollador usó la tienda PlayStore para Android, aunque espera a que su propuesta sea respaldada por una entidad que lo apoye económicamente para que seguirla mejorando.
Durante su paso académico por la Universidad de Alcalá, Alda pudo cimentar sus futuros conocimientos en asignaturas como Sistemas Informáticos, Arquitectura de Redes y Programación debido a que, como explica, se da una base sólida en lenguaje C++, del cual derivan otros lenguajes que luego se requieren en la práctica. «Es una carrera bastante dura que te da mucho pie a aprender por ti mismo, a buscarte las castañas, aparte de lo que te enseñe el profesorado», comenta, «el hecho de esforzarse y buscar tu propia información es imprescindible en cualquier ingeniería, lo cual no deja de ser un videojuego, y esto me ha servido bastante».
La industria del videojuego representa en España el 0,11% del PIB, además de emplear de forma directa a nueve mil personas con un impacto económico de 3.577 millones, según el primer informe hecho por la Asociación Española de Videojuegos. El potencial de la industria está en Barcelona en marcas como Gameloft o King, y Álvaro sueña seguir ese destino montando un negocio con sus colegas para encaminar su inventiva y ambición, sobre todo al haber emprendido este camino: «De este proceso, he sacado sobre todo entretenimiento y reflexión, más cuando estábamos encerrados en casa, por lo que me ha venido bien para ganar experiencia en mi sector y aprender cada día, que es lo importante en un sector tan competitivo como este, por lo que es bueno tener proyectos propios para dar en el clavo en el futuro».
Mucho y mal se ha hablado de la adicción a los videojuegos, pero para el experto en la materia sigue siendo un tema de virtud en el término medio, «pueden llegar a ser peligrosos, como todo en este mundo, por lo que siempre debe haber un autocontrol y, también, vigilancia por parte de los progenitores a los menores, que antes que quedarse enchufados deberían salir y quedar con los amigos». Mientras, él seguirá perfeccionando la virulencia de sus patógenos virtuales, a ver si esta vez podemos desintegrarlos con unos toques en la pantalla.
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