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Volando voy: Jesús Calleja cumple el ‘sueño rural’ de los alcalaínos Alejandra y Omar


Alejandra y Omar son dos jóvenes alcalaínos que tenían un sueño, un proyecto de vida. Su idea era construir un rancho biopasivo, «que ofreciera a sus visitantes una experiencia inmersiva en el mundo rural». Así presentó el programa del aventurero Jesús Calleja ‘Volando voy’ el sueño de estos dos emprendedores.

Gracias a la ayuda del programa, esta pareja de alcalaínos podrá poner en marcha su proyecto en Formariz, que pertenece al Ayuntamiento zamorano de Villar del Buey, en la comarca de Sayago enclavada en el Parque Natural de Arribes del Duero. Un sitio tan escondido como maravilloso.

Tras comprar una propiedad con la mediación del propio Jesús Calleja y arreglarla gracias a los vecinos del pueblo, Alejandra y Omar, ya están manos a la obra para crear este novedoso rancho biopasivo que incluirá un hotel, establos y corrales para burros, caballos, cerdos, cabras y ovejas -animales que les han regalado los vecinos de Formariz y Fermoselle- además de un huerto y todo lo necesario para que sus futuros clientes disfruten de primera mano de la experiencia de volver a las raíces.

Por qué dejarlo todo para irse al campo

Ahora con 26 y 29 años, Alejandra y Omar estudiaron sus años de colegio e instituto en Alcalá de Henares. Cuando aún no se conocían, ella se fue a la Universidad Rey Juan Carlos a estudiar publicidad y el se quedó estudiando Ingeniero de Telecomunicaciones en la Universidad de Alcalá. Después, ya como pareja, ambos trabajaron en la capital.

“Madrid está genial porque tiene una gran oferta profesional. Pero es precisamente esa oferta lo que hace que la ciudad te atrape en un individualismo que crea una mala competencia entre compañeros. Al final haces muchas horas por poco dinero, porque tienes esa competencia en tu puesto de trabajo», cuenta Alejandra que sufrió durante años el éxodo diario que supone trabajar en la capital, como les ocurre a muchos alcalaínos.

«Además, en Madrid todo son prisas y atascos. Trabajar en la capital ha tenido mucho que ver en la decisión de irnos ya. Si hubiera trabajado en Alcalá de Henares, que es la ciudad donde vivo y que me encanta por su casco antiguo, por su historia por el Parque Natural… la necesidad no sería tan urgente, pero sí inevitable», aclara.

Y es que, la idea de un proyecto en un entorno rural siempre ha rondado por la cabeza de Alejandra y Omar. La familia de ella tiene una residencia en la Sierra Norte de Guadalajara y él en Ciudad Real. Fueron dos sitios en los que estuvieron mirando para llevar a cabo su rancho biopasivo, también en Cantabria y Asturias, pero el programa Volando voy les convenció de hacerlo en Arribes del Duero.

El camino por recorrer

Tras firmar las escrituras de compra de su nueva propiedad en Formariz, al rancho biopasivo de Alejandra y Omar le quedan todavía entre seis y siete meses de obras para restaurar toda la parte habitacional. Ambos seguirán viviendo en Alcalá durante ese tiempo, incluso él seguirá trabajando en su empresa madrileña, pero los fines de semana los tienen guardados para viajar a su nuevo sueño y adelantar lo máximo posible su apertura.

El objetivo de la pareja, como sentencia Alejandra no es una meta sino un camino «en el que ser feliz y tener tiempo para hacer lo que realmente te gusta. En mi caso estar con mis animales, con mi huerto y poner toda mi experiencia en publicidad al servicio del hotel. Porque lo que estudias te sirve para la vida y no solo para tener un trabajo. Y ser feliz tenemos claro que no es tener un empleo y ascender rápidamente para ganar mucho dinero, queremos que nuestro tiempo sea para nosotros».

La ayuda de ‘Volando voy’ y Jesús Calleja

«Hay una publicación en el muro de Facebook de Jesús Calleja que parece que te está hablando a ti», le dijo Ana, su madre. El conductor de Volando voy se ha propuesto devolver la vida a los pueblos de España y Alejandra no se lo pensó para aceptar la oferta.

Todo empezó con un contacto por mail y a partir de ahí muchos mensajes y entrevistas con el programa que estaba realmente interesado en el proyecto de rancho biopasivo de Alejandra y Omar. «Se lo agradecemos mucho, porque es muy difícil nadar a contracorriente y tener un proyecto que a todo el mundo le parece una locura. Afortunadamente, contamos el uno con el otro, el apoyo de nuestros padres y la ayuda del programa».

Alejandra y Omar solo quieren ser felices y saben que tienen mucho terreno ganado porque han llegado a un pueblo «donde todo el mundo nos ha ayudado. Cuando caes en un sitio donde todo el mundo te acoge bien y te echa una mano en lo que necesites, todo es más fácil».

En ‘Volando voy’’ Alejandra termina diciendo que «quien se dedica a lo que ama está condenado irremediablemente al éxito». Ellos lo van a conseguir, y desde aquí les deseamos mucha suerte.

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